La razón por la cual la figura de Jorge Luis Borges sigue creciendo en el reconocimiento internacional, se encuentra en su vocación y realización de la cultura universal. Ha sostenido en los diálogos que mantuvimos, que cada uno de nosotros debe llegar a ser ¨Cosmopolita: ciudadano del mundo¨; y es justamente a esto a lo que él llegó en su pensamiento y en su obra: a que su pasión por el conocimiento literario del mundo lo hiciera consustanciarse con los distintos países y con su historia. A diferencia de aquellos escritores a los que se los vincula con un determinado lugar o con un determinado paisaje, a Borges se lo asocia con espacios y símbolos universales, y cada país, cada cultura, encuentra su lugar en la cosmovisión borgeana.
Se acercó, a lo largo del tiempo, después o coincidentemente, con su compenetración de las literaturas y culturas occidentales, a las filosofías de la India y de China; llegando a escribir un libro sobre el budismo con Alicia Jurado. Precisamente ese libro llega a ser el motivo por el cual, como expresa en los diálogos, es invitado a conocer el Japón, país al que el viajero apasionado que había en él, arriba con profunda curiosidad, y por el que después de cinco semana de estadía, llega a experimentar un grado tal de admiración y afecto, que hacen que lo distinga quizá dentro de todos los demás países.
De entre los diálogos de la edición japonesa de las conversaciones entre Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari, que es la única que contiene tres libros en un libro, con los ciento dieciocho diálogos realizados entre ambos, se seleccionan fragmentos de ¨El eterno viajero¨, ¨Oriente, I Ching y Budismo¨, y ¨Dos viajes al Japón¨.
En el diálogo que se llama ¨El eterno viajero¨, Borges, quien sentía una gran admiración por el Japón, dice: ¨La mente japonesa es muy hospitalaria, usted ve como ellos, sin renunciar a su cultura oriental, ejercen admirablemente la cultura occidental.¨, poniendo como ejemplo que desde los autos hasta las computadoras ¨ellos las hacen mejores¨. En otro pasaje del diálogo, y recordando su primera experiencia en Japón, dice: ¨Si al despertarse uno piensa: estoy en Nara, la antigua capital del Japón, muy cerca está la gran imagen del Buda…es muy grato eso¨ agregando que el lugar está ¨lleno de sugestiones, bueno, como es el Japón para mí¨. Dentro de esa sugestión particular, expresa que conoció ciudades, santuarios, jardines, lagos, montañas del Japón. Sobre la afición de los japoneses al tango, dice: ¨Cuando yo les dije que el tango era casi olvidado en Buenos Aires, que se oía mucho más rock, se sintieron un poco escandalizados¨.
Y en el delicioso diálogo que se llama ¨Dos viajes al Japón¨, Borges dice refiriéndose a su estadía en el país oriental: ¨Qué raro, pensé, estoy en un país civilizado¨. Señala la cortesía de la gente, y en ese sentido agrega aquello con lo que coincidía plenamente; dice que allí: ¨Se entiende que el interlocutor siempre tiene razón¨. Veía en ello el sabio principio de la concordia entre los hombres. Detalla las dificultades que le presenta el aprendizaje del japonés: ¨lo que he aprendido hasta ahora es más bien alarmante¨; ´´Hay nueve modos de contar¨, ¨Además, la palabra varía según lo que se cuenta¨, ¨Hay otro sistema para contar animales¨, ¨Los plurales cambian según el número de objetos, y el número de objetos cambia según los objetos¨, y agrega: ¨Todo me indica que al estudiar japonés estoy entrando en una aventura infinita …¨. Hacia el final del diálogo concuerda con que los japoneses ¨Están perfeccionando a Occidente¨, agregando ¨Y ojalá siga esa influencia benéfica para nosotros¨.
Mientras que en el diálogo ¨Oriente, I Ching y Budismo¨, sostiene que ¨El descubrimiento de la filosofía de la India y de la China durante el siglo XIX, que prosigue ahora¨. Agregando que: ¨Ultimamente se ha descubierto la literatura japonesa¨, lo que lo lleva a concluir: ¨Todo esto es parte de un juego que deberá hacernos olvidar que somos orientales u occidentales, y que nos unirá a todos. Quizá las fuentes de nuestra cultura sean varias¨.