CULTURA
Escritor erudito

Un premio merecido

En el marco de la Semana Negra de Gijón, el escritor Juan Sasturain fue galardonado con el prestigioso premio Dashiell Hammett a la mejor novela negra por su obra "El último Hammett". Galería de fotos

Juan Sasturain 12072019
El editor, escritor, guionista y conductor Juan Sasturain | Cedoc Perfil

Hace poquitas horas se supo que Juan Sasturain comparte junto al escritor español Carlos Bassas del Rey el prestigioso premio Dashiell Hammett. La distinción es concedida anualmente por la Asociación Internacional de Escritores Policiacos y fue anunciado hoy en Gijón en el marco de la Semana Negra (que tiene lugar desde 1988).

A los argentinos, a pesar de que los sacaron de los billetes, nos gustan muchos los próceres. Tal vez porque como país todavía estamos en pañales y necesitamos estatuas y caras de piedras para recordarnos que cuando queremos (algo que no sucede muy seguido) vamos en serio con las cosas. El último Hammett de Juan Sasturain es un poco eso, o sea, un prócer hablando sobre otro prócer.  Pero son estatuas de carne y hueso. No hay ni hubo solemnidad alguna en Hammett ni en Sasturain. Y si apretamos un poco el símil, no podemos dejar de recordar que los dos fueron guionistas de historietas y que además trabajaron para los mejores (Alex Raymond en Hammett y Alberto Breccia en Sasturain).

El último Hammett de Juan Sasturain es un prócer hablando sobre otro prócer.

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No todos saben, y que me disculpe Juan por la indiscreción, que dentro de una oficina del edificio gótico Otto Wulff, el autor del El último Hammett preserva lo que —a mi humilde entender— es la colección de libros policiales más importante de la Argentina. En esa biblioteca pueden rastrearse los orígenes del género en nuestro país hasta sus vertientes más modernas. No fueron pocas las tardes en las que junto a Juan, nos pasamos varias horas hojeando libritos de Rastros, revistas Leoplán, Rojinegro o las Vea y Lea. Juan no sólo es un amante del género o un escritor de primera línea, también es un erudito. Conoce los vericuetos editoriales de pequeñas colecciones de los años cuarenta o cincuenta y tiene la capacidad única de trazar relaciones y de descubrir sentido donde otros no ven más allá del texto.

Tal vez por eso, la novela de El último Hammett transmita esa sensación de familiaridad, de cercanía con los personajes. Hay mucho conocimiento, pero sobre todo, hay inteligencia y excelente digestión de un género que le calza como guante a Juan Sasturain.

El último Hammett preserva lo que —a mi humilde entender— es la colección de libros policiales más importante de la Argentina

Al flaco (el viejo Dashiell Hammett), casi en la ruina y viviendo de prestado —porque la Comisión McCarthy lo había embargado por sus simpatías comunistas—, se lo quiere como a un amigo. Y eso no es logro de la historia o de la afición que como lector se puede tener por la figura de uno de los máximos exponentes del policial negro; no, eso es mérito del escritor. Juan escribió una obra maestra que trasciende al género desde el vamos. Un ladrillo que habla de ese momento crepuscular en que las leyendas comienzan a transformarse en cenizas, en que son olvidadas por sus contemporáneos, ocupados, sobre todo, en manifestaciones artísticas más coloridas y rimbombantes. Pero no es este el espacio para hacer un análisis de El último Hammett que merece muchos más premios y, sobre todo, muchos más lectores.

Resta decir que Juan (que también es tan aficionado al fútbol) si hubiese tenido que definir el premio con Bassas en un mano a mano, no cabe duda, que le hubiese ganado en los penales.