Los carteles están en la entrada del Art Institute de Chicago: Marilyn, Liz, Liza, Mao y otros retratos de celebridades en colores estridentes con los ojos pintados de azul o verde anuncian Andy Warhol. From A to B and Back Again. Desde afuera, la pregunta se dispara sola como un revolver sin seguro: ¿qué se puede ver de Warhol que ya no se haya visto? O mejor dicho: ¿qué sentido tiene hoy Warhol en un museo cuando toda la vanguardia, él mismo, no hizo sino volverse anti institucional, salirse de ahí para construir esa potencia artística y después diluirse en la historia del arte?
La primera respuesta, todavía en la fila para sacar la entrada, es rápida y tentativa cual interrogación: ¿no será Internet el espacio en el que la producción de este artista que revolucionó el arte de la segunda mitad del siglo XX pueda recuperar esa potencia perdida, por la circulación global, libre de armar y desarmar, de comprar y vender, consumir, contemplar, cuestionar y quizá transformar que tiene la plataforma virtual? Sin haber llegado a la caja, recuerdo una frase de su Filosofía de Andy Warhol de 1975: “Si quieres saber todo sobre Andy Warhol, solo mira la superficie de mis pinturas y películas, y allí estoy. No hay nada detrás de eso". Estaba más cerca de las superficies de esos cuadros originales que de mi notebook. Compré el ticket y entré.
Ni bien se accede a esta fabulosa retrospectiva, la primera que organiza una institución de Estados Unidos en 30 años, las dudas se despejan sobre el modo de abordaje de la obra de Warhol: es una lectura profunda y atenta su espíritu pop. Ya desde el título, de la A la B y de vuelta otra vez, manera módica y corta de catalogar toda su producción siguiéndole el chiste y la ironía al artista, la propuesta se basa en un profundo trabajo de investigaciones y estudios que no sólo exhiben las más de 400 obras sino que las organizan, las interconectan, las expanden.
Como esta exposición demuestra decididamente, su pensamiento y producción artística son más que esas dos letras. Eso lo sabíamos pero en la muestra, en todo caso, nos enteramos (podemos ver) sus obras iniciales, los dibujos de zapatos, las bellísimas ilustraciones homoeróticas, además de esa capacidad para identificar patrones culturales y usar la repetición y la distorsión de imágenes para cuestionar el entorno; nuestro consumo de cada día dárnoslo hoy, una y otra vez, vuelto arte. Vuelto nada.
Asimismo, da respuesta contundente a esa primera duda inicial: sí, Internet es el lugar de Warhol pero no para circular sino para ser el que lo anticipa y verifica, incluso, sus efectos. A pesar de que se murió a los 58 años en 1987.
“Comencé como artista comercial y quiero terminar como artista de negocios. Después de hacer lo que se llama "arte" o como se llame, me metí en el arte empresarial. Ser bueno en los negocios es el tipo de arte más fascinante”, escribió en ese mismo libro, su Filosofía. Esa consigna se cumplió. En ese sentido, su fama en los años 60 con las obras más conocidas y reproducidas, las sopas, los retratos, etc., taparon sus inicios que aquí en la muestra están de lo más explícitos. Esta exposición reúne todos los aspectos y períodos de su variada y prolífica carrera e incluye pinturas, esculturas, dibujos, grabados, videos, material de archivo e impreso, instalación, películas y obras de medios.
La exhibición de su trabajo completo es relevante para mostrar, además, el después. No sólo el hombre de negocios sino ese período de mucha experimentación en las obras realizadas con orina sobre papeles oxidados, las figuras del test de Rorschach, las colaboraciones con Basquiat y Keith Haring. En realidad, lo que pasó después de 1968, luego del intento de asesinato del que se salvó, volvió literalmente de la muerte, y tuvo que usar un corset de por vida.
“Antes de que me dispararan, siempre pensé que estaba más a medio camino entre ver televisión y vivir la vida. Justo cuando me dispararon y desde entonces supe que estaba viendo televisión. Los canales cambian, pero todo es televisión”, escribió después del atentado de Valerie Solanas, una feminista radicalizada que quería terminar con género masculino, según sus propias palabras o lo que escribió su obra más difundida el Manifiesto SCUM que se traduce como suciedad y escoria y la sigla fue entendida como Society for Cut Up Men, algo así como un Manifiesto para el exterminio de los hombres. Lo fue a buscar a The Factory, discutieron y luego ella le disparó. Se tomó muy en serio sus 15 minutos de fama. Ella argumentó que Warhol controlaba su vida, que le había robado un manuscrito, que no le había pagado, mientras que el diagnóstico fue esquizofrenia. Estuvo 3 años presa y murió uno después que él.
Entre los comienzos y el final queda atrapado todo ese medio que fue decisivo para el arte: las celebridades mencionadas, la serie de Death and Disaster de los accidentes de autos, la muerte de Kennedy, las sillas eléctricas. Las sopas y la caja Brillo que enseñaron que la góndola del supermercado era el lugar de la posibilidad de un modelo. Sacar de esa lógica y ponerla a funcionar en otra. De ese objeto seriado y múltiple para volverlo único pero repetible.
A la salida, la tienda del museo se convierte en el lugar de la réplica y del consumo. Warhols y warholitos por todos lados: en las medias, cuadernos, tazas, bolsas, pins, libros, remeras. Porque su estética se refiere tanto a las artes plásticas como a la sociología. Cuando lo vemos, miramos las dos cosas. Porque no hay que olvidar que él fue quien dijo que “lo bueno de este país es que Estados Unidos comenzó la tradición de que los consumidores más ricos compran esencialmente las mismas cosas que los más pobres. Una Coca-Cola es una Coca-Cola y ninguna cantidad de dinero puede darle una Coca-Cola mejor que la que bebe el vagabundo de la esquina”. Una genialidad sobre la única igualdad posible en la sociedad de consumo.
Salí al otoño de colores impresionistas de esa ciudad magnífica, entre el río y los rascacielos, con la convicción de que no hay mejor lugar para ver sus superficies que esas salas.
Andy Warhol
From A to B and Back Again
Art Institute of Chicago
Hasta el 26 de junio de 2020