La siesta continúa y a esta altura parece demasiado larga para Carlos Bianchi y compañía. Porque Boca es una máquina de resucitar a equipos que están con respirador artificial. En la tarde platense, el beneficiado fue un Estudiantes que ganó por primera vez en el Torneo Final por el solo hecho de tener a un arquero que tapó todo y haber pateado dos veces al arco de Orion. Boca está tan mal que no gana ni cuando lo merece. Por eso no sorprende que haya igualado la peor racha de su historia. Y en el horizonte se asoman el temible Corinthians, por la Copa Libertadores, y el superclásico frente a River.
La previa mostraba dos equipos que compartían un presente paupérrimo y buscaban un poco de oxígeno ante este comienzo de semestre tan pobre. Tan pobre que a Estudiantes le terminó costando la continuidad del entrenador Diego Cagna (reemplazado por Mauricio Pellegrino) y a Boca, la credibilidad del técnico más ganador de su historia. Nada podía ser peor, por lo menos en la previa.
Y pobre contra pobre, el que mejor arrancó fue el visitante. Con un juego tan básico como simple, mostró interesantes mejoras con relación al equipo que empató con Belgrano. Lógicamente que con la vara tan baja cualquier síntoma de mejoría sería un logro, pero las escaladas por izquierda del tándem Zárate-Sánchez Miño mostraron el camino por el cual Boca podía ganar su segundo partido en el torneo. Y como Estudiantes careció de ideas e intérpretes, la reacción xeneize parecía tener su piedra fundamental en La Plata.
El desarrollo del partido transformó a Gerónimo Rulli en el principal culpable por el cual Boca no pudo romper el cero. A los 8 le tapó un mano a mano a Acosta y a los 30 voló de palo a palo para sacar un cabezazo de Silva que tenía destino de gol. ¿Y Estudiantes? En 45 minutos no estuvo ni cerca de molestar a una defensa de Boca que por momentos mostró algunas de sus fallas típicas.
El complemento fue más de lo mismo. El Pincha no sabía, ni podía, salir del asedio que le proponía Boca y apuntaba todo a una contra salvadora. Y esa contra llegó: Leonardo Jara aprovechó una pelota suelta en la mitad de la cancha para meterle una puñalada al colombiano Duvan Zapata, quien con su remate obligó a Orion a dar un rebote que empujó Maximiliano Núñez.
El gol aniquiló a un Boca que tiene la mandíbula de cristal. Un golpe, el único que sufrió en el partido, le alcanzó para quedar en la lona. Fueron 30 minutos en los que, salvo el remate de Paredes que contuvo Rulli, los de Bianchi no pudieron revertir la historia. ¿Que mereció mejor suerte? Sí. ¿Que Estudiantes no hizo nada para ganar el partido? También. Pero eso no hace más que mostrar por qué este Boca de Bianchi nada tiene que ver con el hasta hace poco único Boca de Bianchi. Corinthians y River pueden despertarlo de la siesta o, en su defecto, dejarlo dormido hasta nuevo aviso.
También suma récords negativos
La derrota ante Estudiantes no será una más sino que quedará marcada en los libros de historia del fútbol argentino. Porque tras el 3-2 milagroso ante Quilmes, por la primera fecha, Boca acumuló su décimo encuentro sin conocer la victoria (6 empates y 4 derrotas) para igualar su peor racha histórica en el profesionalismo.
La anterior fue en 1957, año en el cual también acumuló 6 empates y 4 derrotas, y curiosamente el décimo partido sin triunfos llegó en La Plata en un 1-3 ante Estudiantes, en el viejo estadio pincha de 1 y 57.