Ni así. Ni con las condiciones climáticas favorables para un juego menos vistoso y más mezquino, contra un equipo liviano, sin sus principales figuras dentro de la cancha, amarrete como esta Australia… ni así.
A esta altura vale preguntarse qué día será el que Los Pumas consigan ya no una victoria en este certamen –lo que realmente sería un hito–, sino cuándo van a conseguir jugar bien, sin tantos errores de todo tipo, color y calibre en casi todas las facetas del juego. ¿Cuándo se verá un equipo consistente durante los ochenta minutos?
Por el momento, se sabe algo: hay muchas preguntas y pocas respuestas. El equipo no parece poder hacer las cosas razonablemente bien durante dos partidos seguidos. Y a juzgar por lo de ayer, casi que se puede decir que ni siquiera “razonablemente”, a secas.
La semana que pasó tuvo en la exótica y lejanísima Perth a Los Pumas más confiados y optimistas que en lo que va del año. Semblantes sonrientes que hacían presumir que la tarde-noche del tormentoso sábado australiano podía ser la que torciera el brazo del desencanto. Pero no.
Para que eso ocurriera, el equipo debía jugar sin errores, sin extravíos, con un nivel de concentración y enfoque extremo. Ciertamente, esta Australia no está ni cerca en nivel rugbístico del tercer lugar del ranking que ostenta hoy. Los Wallabies son, actualmente, un equipo anodino, light.
Por ello, en la previa había presunción de victoria para Los Pumas. Pero también había alertas. Ayer no se hizo nada bien en los primeros cuarenta minutos. La premisa Puma debía ser –y debe seguir siendo– jugar mejor sábado a sábado, puliendo las rugosidades existentes y omnipresentes para conseguir hacer bien lo simple del juego.
Ya no quedan dudas de que no va a ser fácil conseguirlo. Para Phelan, su staff y los jugadores no queda otra que seguir trabajando en busca de mejorar, golpeándose y levantándose para golpearse nuevamente.
El 17 de diciembre de 1903, en Kitty Hawk, Carolina del Norte, Estados Unidos, los hermanos Orville y Wilbur Wright consiguieron que su Flyer I pudiera volar después de innumerables intentos y desazones. Sólo fueron 35 metros, pero esa escasa distancia marcó el inicio de la aviación moderna. Les quedan dos partidos a Los Pumas en este torneo y en ellos recibirán a los All Blacks primero y a los Wallabies después; no habrá otras canchas para intentar jugar bien. Eso será como haber conseguido que Los Pumas vuelen y despeguen.
El equipo sigue sin dar su mejor cara. Los dos escalones trepados a puro esfuerzo en Mendoza y Hamilton se volvieron a bajar. Los Pumas pudieron haber tenido ayer su 17 de diciembre. Dejaron pasar la oportunidad. Mucha pena y tristeza, una vez más.