DEPORTES
boxeo

Cuando la historia la escriben los que empatan

Mario Javier Nieva no tiene las fortunas de Maravilla Martínez: vende alfajores en la línea 316 de colectivos. Sin embargo, es el único argentino que pudo sacarle un empate al hoy supercampeón. Vidas cruzadas.

Otra vida. Nieva en la calle, donde trabaja. Su última victoria fue en 2007, ante Juan Carlos Sandoval. Pero dice que no está retirado.
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El tiempo, decantador insobornable de realidades, fue el celoso guardián del preciado hecho que durante 15 años rozó la intrascendencia. Sin pensarlo, casi de casualidad, el papel de actor de reparto que el mundillo del boxeo le reservó a Mario Javier Nieva por tener una carrera con pocas luces se transformó mágicamente. A un costadito de la euforia mediática que se armó alrededor de Sergio “Maravilla” Martínez, con el silencio que distingue a los verdaderos obreros del ring, esos desprotegidos que contribuyen al armado de los récords de las promisorias figuras, el muchacho comenzó a ser indemnizado, por estos días, por un mérito deportivo: es el único argentino que logró al menos un empate frente a Maravilla. Empate épico.

A un par de cuadras de la estación de trenes de San Miguel –en pleno barrio Los Paraísos– se encuentra el pequeño galpón que oficia de gimnasio, donde Mario Nieva forja a los golpes su destino diario. Dos bolsas, un punching-ball, un espejo y varios complementos son mudos testigos de una pelea imaginaria que el hombre tiene con su propia sombra. Sobre las paredes descascaradas cuelgan varios cuadros de boxeadores. Allí, entre la precariedad y la calidez, Marito, como lo llaman sus amigos, acciona play y echa a rodar la película del pasado: “No quiero hablar mal de él, ¿me entiende? Pero yo siempre dije que Martínez siente las manos, no tiene buena resistencia en el mentón, es flojito. Yo lo tiré en el quinto round. Así y todo, me dieron un empate...”.

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El combate, pautado a seis rounds, se realizó la noche del 14 de marzo de 1998 en los estudios de América TV, ante unas 200 personas. Aquella pelea fue el semifondo de la pelea estelar que protagonizó Darío Matteoni contra Hernán Pérez Ramos. Pero Maravilla, que realizaba su tercera presentación como boxeador rentado, acaparaba la atención. “Cuando Martínez peleó contra mí, ya era una figurita a la que le cuidaban la carrera. En esa pelea yo llevaba todas las de perder. Recuerdo que Maravilla pegaba durísimo, nadie lo quería pelear, pero a mí me preguntaron si me animaba y obvio que dije que sí. ¿Resultado? Fui mal entrenado y casi le gano”, rememora Marito, quien cuatro meses después volvió a pelear en la FAB y allí el triunfo por puntos fue para el quilmeño.

Por aquellas dos peleas, Ramón González, su técnico, le consiguió una suculenta bolsa de 600 pesos. “Ojo que era buena guita para esa época, ¿eh?”, aclara el púgil nacido en José C. Paz, que desde hace un año no pelea pero dice estar listo para hacerlo en cuanto aparezca algún rival.

Mario Nieva es un hijo del esfuerzo y las estrecheces. También de la lucha y los pequeños sueños. Con 40 años y un hijo de 11, desde hace 17 años se gana la vida vendiendo alfajores en los colectivos de la línea 316. Su mundo es ése, la calle y el gimnasio. “El negocio mío es tener la mesa llena después de estar 12 horas vendiendo alfajores o hacer una pelea por 500 pesos. Nunca quise ser boxeador para ser campeón mundial, me hice boxeador por necesidad, para comer”, comenta.

Con un récord de siete triunfos, 35 derrotas y seis empates, Nieva observa con orgullo el presente de su viejo rival: “Sinceramente, me siento muy contento de que esté en el lugar donde está. Siempre digo que es de mi gremio. Muchas veces veo las publicidades que hace y me llena de orgullo que haya llegado adonde llegó. Me suelo decir a mí mismo: ‘La pucha, ese tipo fue rival mío y no me pudo ganar…’”.

El hecho está bien guardado en su memoria, y afirma que pocos saben en el barrio que él peleó con Maravilla. También asegura que vio por televisión el combate contra el inglés Martin Murray y quedó bastante decepcionado: “Yo esperaba mucho más de Sergio, es un boxeador muy hábil, rápido. El sábado fue todo lo contrario. Ganó porque es el campeón”, argumenta.

El destino deportivo de Maravilla Martínez difiere de la suerte que tuvo Mario Javier Nieva. Mientras que el quilmeño pelea en los mejores escenarios del mundo por bolsas millonarias, Nieva lleva siete años sin conocer la victoria en ruinosos rings, y su máxima bolsa fue de 1.500 pesos. Claro, las obligaciones son otras: Maravilla vive para el boxeo, y Nieva boxea para vivir. Es un verdadero obrero del ring…