Tras el empate en Mendoza ante Godoy Cruz, parecía que Boca había perdido el tren del campeonato. Pero este torneo Inicial está empeñado en que el equipo de Carlos Bianchi llegue hasta las últimas instancias con chances. El empate de Newell’s le abrió a Boca las puertas para volver a soñar y el cómodo triunfo ante Colón por 2-0 lo insertó de nuevo en la pelea por un objetivo que parecía utópico. Hasta ayer nomás.
Boca está a tres de la punta de un líder que le lleva varios cuerpos de ventaja en el juego, pero que en las últimas dos fechas, con la derrota ante Rosario Central y el empate ante Godoy Cruz, dejó que este modelo 2013 del Virrey pueda imaginarse llegar con chances a las últimas fechas. Le respira en la nuca, por ahora, sólo numéricamente, porque pasan las fechas y sigue con las mismas intermitencias que le imposibilitan ser un equipo con serias aspiraciones a la corona que defienden los rosarinos. A favor también le juega que en una semana visitará a San Lorenzo, otro candidato, y en la fecha 16 irá a Sarandí a jugar contra Arsenal, también en la pelea.
Pero dentro de este panorama algo habrá hecho para estar en la pelea. La mayor virtud de este Boca es aprovechar el descomunal presente de su goleador. Emmanuel Gigliotti está haciendo recordar al Martín Palermo de aquel Apertura 1998. Como en las cuatro fechas anteriores, el número 18 abrió las puertas del gol con una definición bien de ‘9 de área’.
Una ráfaga definió el partido. Sesenta segundos le alcanzaron para quedarse con todo a Boca ante un Colón que pareció dejarse morir sólo tras el primer traspié que le presentó el partido. A los 19 minutos Gigliotti anticipó de cabeza un centro de Sánchez Miño y su cabezazo se incrustó en el ángulo de un Montoya que nada pudo hacer ante la potencia que traía la pelota. Un par de segundos después, una escapada de Gigliotti derivó en un remate de Sánchez Miño, el rebote del arquero sabalero y la definición de Juan Manuel Martínez, quien se sacó la mufa con el gol y sentenció la historia. Guillermo y Palermo, quince años después.
Lejos está este equipo de parecerse a aquel Boca que marcó una era. Pero ayer, en el aterdecer de la Bombonera, por lo menos mostró una de las cualidades de esos tiempos: el gol en sus delanteros. Todavía muestra a un Riquelme que lucha contra sus raras imprecisiones con la pelota, con un Gago que demuestra su categoría pero que le falta continuidad y con una defensa que mostró desajustes ante un rival que se ganó sólo.
Un equipo en crisis. Sólo el presente de Colón puede explicar que la historia se haya terminado cuando faltaban 70 minutos. El nefasto torneo de los santafesinos se puede entender desde el bajo rendimiento de varios de los referentes, que le costó el puesto a Forestello, y sobre todo por el mal momento institucional, que llevó a los hinchas a pedir el jueves en la sede la renuncia de toda la Comisión Directiva.
A Boca poco le importó eso. Aprovechó la chance que le dio Newell’s gracias a un Gigliotti que con su potencia goleadora alimenta las esperanzas de Bianchi y compañía