Desde Belo Horizonte
El lugar de culto en Belo Horizonte no es el estadio Mineirao sino Savassi, el barrio bohemio en el que miles de personas se juntan todas las noches para jugar el Mundial de las relaciones sociales, el alcohol y los flirteos. Lo hicieron los argentinos la semana pasada, antes, durante y después del partido contra Irán, y lo repite la mayoría de los 25 mil chilenos que invadieron la capital de Minas Gerais para el duelo de hoy ante Brasil.
Pero los bares de Savassi y sus ríos de cerveza helada quedarán en segundo plano durante 90 minutos. En el Mineirao se va a jugar un partido-trampa, uno que pronto quedará en el olvido –en el caso de un triunfo de Brasil– o que en cambio entrará en la leyenda como un hermano menor del Maracanazo –si gana Chile–.
La presión que sufrirá Brasil tiene pocos antecedentes en la historia, o directamente no los tiene. Las calles de Belo Horizonte y de todo el país están empapeladas con carteles que anticipan la sexta Copa del Mundo: “Rumbo al hexa”. Pero el equipo de Scolari tiene un problema, y es bastante serio: quién hace los goles si Neymar no funciona. Si la debilidad de Argentina es su gelatinosa defensa, el problema de Brasil es el inverso: atacantes con pistolas de cebita. Lo nunca imaginado: Brasil se quedó sin centrodelanteros con gol.
Así como Argentina extraña los Passarellas y Ruggeris, Brasil ya no tiene Ronaldos ni Carecas. No hay un 9 clásico de primer nivel internacional. Salvo Neymar en el Barcelona, los otros cuatro atacantes de Brasil 2014 no juegan en ninguna liga del primer mundo futbolístico: Fred, el 9 titular, juega en el Fluminense. Jo, su suplente, lo hace en el Atlético Mineiro. Y los otros dos delanteros, en realidad mediapuntas, la pelean en torneos de segundo orden europeo, como Hulk en el Zenit de Rusia y Bernard en el Shakhtar Donetsk de Ucrania.
Los medios brasileños tratan a Fred como si hubiese mordido al italiano Giorgio Chiellini. Después de sus primeros partidos, en los que no convirtió goles ante Croacia y México, un columnista de Estado do Sao Paulo, Luis Prósperi, escribió: “Fred parecía estar en otro planeta. No sirvió de pivote para Neymar y Oscar. Se quedó dormido y la camiseta 9 de Brasil no tiene derecho a dormitar ni un segundo. Ni argumentar disculpas de que la pelota no le llega. Difícilmente va a ser atendido como si estuviera en un banquete. Tiene que luchar. No puede desperdiciar una miga de pan”.
Si Fred fuera argentino seguramente no estaría convocado entre los 23 de Alejandro Sabella. Pero si Luiz Felipe Scolari sigue apostando por Fred es porque en la Copa de Confederaciones 2013 marcó cinco goles y fue el goleador junto a Fernando Torres.
Fred comenzó aquel torneo igual que el Mundial 2014: sin convertir en los dos primeros partidos. Pero en los dos campeonatos, cuando Brasil se unía para llevarlo a la inquisición, al tercer encuentro rompió la racha: el lunes le hizo a Camerún un gol de repostería para el resultado, pero que le validó la titularidad para hoy.
“Brasil sufre de una seria escasez de delanteros. No de casualidad Scolari intentó convencer a Diego Costa para que no juegue para España. Fred es un buen centrodelantero ‘puro’, pero parece estar en mala forma física e inseguro. Lo que lo salva hasta ahora es que Jo está peor, y parece que Hulk pronto perderá su lugar”, asegura Diana Renee, corresponsal de la agencia dpa en Río de Janeiro.
Arturo Lezcano, periodista español afincado en Río y especialista en fútbol internacional, coincide: “No existe ningún gran Brasil en mundiales sin un gran delantero, y ése parece el problema de este equipo, como ya le pasó en 1982 con Serginho. En realidad el tema es más profundo: Brasil también se quedó sin números 10. Neymar es la excepción, claro, pero juega de otra cosa. Fred es buen pivote, pero le faltan los detalles de un delantero brasileño. Su alternativa es Jo, que pasó por Europa sin pena ni gloria. Poca cosa”.
Fred, que convirtió 18 goles en los 36 partidos que lleva en la selección (0,50 de promedio), se dejó un bigote mexicano en los últimos días. Le trajo suerte contra Camerún y la volverá a necesitar hoy. Si no, al menos le quedará el consuelo de Savassi.
Sampaoli construye su estatua
A los entrenadores que se asumen bielsistas los persigue una contemplación injusta: su admiración por Marcelo Bielsa siempre es ponderada por sobre sus triunfos o sus fracasos. Es como si no pudiesen ser catalogados de otra manera que “discípulos del maestro”, en vez de entrenadores autónomos. Con Jorge Sampaoli sucede lo mismo. Nació en Casilda hace 54 años, se lesionó cuando jugaba en las inferiores de Newell’s, empezó a ser técnico en el fútbol chacarero, salió a correr con walkman en los que escuchaba las charlas de Bielsa, dirigió 33 partidos a Argentino de Rosario (hoy en Primera D), estuvo en Perú, construyó una carrera fabulosa en la Universidad de Chile y llegó a la selección en lugar de Claudio Borghi. En el camino se abrió a otras doctrinas futbolísticas, y sin embargo es como si sólo pudiese ser un aprendiz de Bielsa, el técnico que dirigiendo a Chile en Sudáfrica 2010 perdió 3-0 contra Brasil en octavos de final. Hoy Chile va por el Mineirazo. Y Sampaoli, para mejorar la obra de su maestro: será el kilómetro cero del sampaolismo.