El fútbol es, quizás, el deporte más machista que hay en el país. Sin embargo, el avance de las chicas en este terreno es cada vez más fuerte y ya no se conforman con jugar a la pelota o arbitrar un partido del ascenso. Aunque en la actualidad no hay mujeres entrenadoras trabajando en equipos profesionales, algunas se animaron a hacer el curso, estudiaron y sueñan con llegar a dirigir en los primeros planos en un futuro no muy lejano.