Pasó hace menos de una década, pero algunos hinchas de Colón ya lo toman como un recuerdo lejanísimo: Facundo Bertoglio es un jugador que quedó en el fondo del tiempo y al que disfrutaron menos de lo que hubiesen querido. Quizá por eso hasta hicieron un video en YouTube con sus mejores jugadas y sus goles con esa camiseta. El pibe que pintaba para crack y que brilló entre 2008 y 2010 en Santa Fe se fue perdiendo año a año en el inabarcable mundo de la pelota. Lo vendieron al Dinamo de Kiev, de Ucrania, cuando tenía 20 años, y desde ahí no paró de peregrinar: pasó por Gremio de Porto Alegre, el Evian francés, volvió a la Argentina aunque casi nadie lo advirtió (estuvo a préstamo en Tigre) y se fue, nuevamente, pero hacia el Asteras Tripolis de Grecia. Ahora, Bertoglio juega en el Apoel Nicosia, de Chipre, y acaba de salir campeón de una liga por primera vez en su carrera.
Bertoglio es uno de los tantos argentinos que salieron campeones en Europa pero de los que casi nadie se enteró. Tiene algo de lógica:el Apoel –el equipo en el que se retiró Fernando Cavenaghi– no forma parte de la centralidad deportivo-mediática que conforman la Liga española, el Calcio, la Premier, la Bundesliga y el torneo francés. Sin embargo, la estrella en el CV de Bertoglio estará siempre.
Puede jactarse de eso José Palomino, el ex defensor de San Lorenzo que hace poco fue mencionado por Ricardo Caruso Lombardi para exaltar su tacticismo en la Promoción de 2012. “Yo tapé a Dybala con Palomino. Y gracias a ese partido, San Lorenzo ganó la Libertadores”, dijo el entrenador, medio en chiste, medio en serio. A Dybala y Palomino los unió el destino y festejaron en estos días por lo mismo: el ídolo de la Juve, que comparte plantel con Gonzalo Higuaín, se quedó con el Scudetto, mientras que el zaguero central obtuvo la liga de Bulgaria con el Ludogorets.
Iván Santiago Díaz es, acaso, el campeón argentino menos conocido de la actualidad. Se fue del país cuando ni siquiera había debutado en la Primera de River, y ahora ganó el campeonato de Eslovaquia con el MSK Zilina. “Me vino a buscar una gente del exterior y, como no tenía contrato, me fui para poder ayudar a mi familia”, le dijo a La página millonaria. En 2011, Díaz viajó de Núñez al AS Trenín, y años más tarde aterrizó en Zilina.
También en Europa del Este, otros de los embajadores que pusieron la bandera argentina en lo más alto fueron Gustavo Blanco Leschuk y Facundo “Chucky” Ferreyra, campeones con el Shajtar Donetsk ucraniano. En la última década, ese país se convirtió en uno de los nuevos destinos para los argentinos (el caso Bertoglio lo homologa), pero la guerra en Crimea generó el regreso de muchos. “Ucrania se vino abajo en seis meses”, graficó en 2014 Sebastián Blanco, en aquel momento en el FC Metalist Járkov. Ahora, el fútbol ucraniano está intentando seducir nuevamente, con billetes de magnates y un torneo competitivo. La alegría de Blanco y Ferreyra es una buena publicidad para eso.