DEPORTES
¿Solución o problema?

Gritus interruptus: el VAR está rompiendo el sentido temporal del fútbol

Más allá de aciertos o errores de quienes aplican la herramienta, lo que más molesta es el tiempo que se toman los árbitros. Los jueces piden paciencia. Gallardo y Kloop, con el mismo planteo.

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Replay. En el partido por Copa Libertadores que disputaron River y Nacional este jueves, el VAR volvió a ser protagonista, con penales y goles dudosos. | AFP

Gritar un gol este año se ha convertido en una práctica equilibrista. Tanto afuera como adentro de una cancha. Ya no hay un desahogo genuino, una corrida desaforada ni un abrazo descontrolado entre compañeros. Más bien todo lo contrario: los jugadores hacen un gol y relojean para todos lados, como buscando una homologación que a veces llega y a veces no; los hinchas gritan de una manera moderada, como si la O del “gooool” tuviera un freno de mano puesto.

Se podrá discutir si rompió o mejoró el juego –o las injusticias propias del juego–, pero lo que es seguro –y admiten los propios árbitros– es que el VAR está rompiendo cierta esencia: el sentido temporal del fútbol. Lo de esta semana lo evidenció: en Europa y en Sudamérica, en los dos torneos continentales más importantes, el videoarbitraje generó más rechazos que adhesiones. Y hasta un llamado a replantear su continuidad. 

Lo que sucedió el jueves por la noche en el partido de ida entre River y Nacional por la Libertadores motivó dudas, preguntas y sobre todo suspicacias. Incluso en algunas situaciones en las que el VAR acierta –en el gol anulado a Matías Suárez o en el último gol de Zuculini– lo que más irrita es cierta discrecionalidad a la hora de repasar las jugadas y, sobre todo, el largo tiempo que se toman los árbitros para fallar.

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Porque River fue beneficiado y también perjudicado desde que el VAR se instaló en la Copa Libertadores (un relevamiento de La Nación determinó que de las 36 acciones de VAR que involucraron al equipo de Nuñez, 19 estuvieron bien sancionadas, 8 fueron perjudiciales, 5 beneficiosas y 4 dudosas). Pero el problema es todo lo que rodea a esas decisiones: diálogos que no se hacen públicos, repeticiones antojadizas y un tiempo de espera exasperante, que quizás tuvo su pico en el partido entre Bahía y Defensa, por la Sudamericana: hubo una demora de 20 minutos por las revisiones.

Lo dejó en claro Marcelo Gallardo el jueves por la noche: “A lo que no nos terminamos de acostumbrar es a tantas interrupciones generadas por el VAR, que no ayudan a agilizar el juego y resulta incómodo para un equipo como el nuestro que siempre intenta atacar”. Y unas horas antes también lo había dicho el técnico del Liverpool, Jürgen Klopp: “Les llevó demasiado tiempo. No lo pude ver, pero creo que tomaron las decisiones correctas, pero así es muy difícil. Fueron tres o cuatro minutos de espera con el frío que hace ahí fuera. Solía ser uno de los que pensaba que el VAR era buena idea, pero sinceramente no creo que pueda decir eso de nuevo”.

El tecnorelativismo, como en todas las otras esferas de la vida donde las pantallas, aplicaciones y avances tecnológicos modificaron las rutinas y comportamientos, también empieza a tallar en el fútbol: el problema no es el VAR, sino cómo y quién lo aplica. El factor humano. En diálogo con PERFIL, uno de los árbitros más respetados del fútbol argentino indaga sobre esta cuestión: “Es una herramienta positiva. Hay que utilizarla en los momentos que corresponde. Y cuando el protocolo dice que amerita utilizarla”, remarca.

El protocolo, en principio, se aplica para las situaciones contempladas: goles, penales, tarjetas rojas y confusión en la identidad de los jugadores. El problema, como coincidieron Gallardo y Kloop con pocas horas de diferencia, es el tiempo que se toman las ternas para determinar cada situación. “Los tiempos a veces son largos. Es real. Pero el fútbol tiene 150 años; el VAR, 4”, relativiza este árbitro. En esa misma línea, Federico Beligoy pidió paciencia: “Se necesitan horas y horas de práctica para que no se tarde tanto tiempo en el VAR. Seguramente luego de un tiempo de adaptación y práctica se bajaran los tiempos, como sucedió en Europa”. De lo que evidentemente no estaba enterado Beligoy, es que el técnico campeón de Europa ya le soltó la mano al sistema.