Dueña de una simpatía contagiosa y una simpleza que trasciende el juego, la china Na Li logró el triunfo más importante de su carrera como tenista: venció a la italiana Francesca Schiavone en la final de Roland Garros, se alzó como la primera asiática en conquistar en singles un Grand Slam y marcó un nuevo capítulo en la historia de la WTA en París.