En medio de una densa niebla y con la ciudad sitiada por efectivos de seguridad, se inauguraron los Juegos Olímpicos 2008 en el imponente estadio Nacional de Beijing con una ceremonia que resultó tan espectacular como cuidada en cada uno de sus detalles.
La fiesta, que duró un poco más de cuatro horas y comenzó por un guiño de la superstición china a las 8.08 del mes 8 del 2008, fue vista en vivo por unos 91.000 espectadores, entre los que se encontraban más de 90 jefes de Estado y de gobierno y otros mandatarios, todo un récord para el evento.
Los primeros setenta y cinco minutos fueron los más brillantes de la jornada, con un espectáculo artístico que incluyó luces, color, fuegos artificiales y una mezcla de la milenaria historia china con la modernidad, en la mayoría de las representaciones que se hicieron en el campo de juego.
Después llegó el desfile de las delegaciones. Como siempre, Grecia fue la encargada de abrir el paso de los atletas, y a poco del comienzo se produjo una de las sorpresas, cuando la delegación de China Taipei fue aplaudida por los 90.000 espectadores que colmaron el "Nido de Pájaro".
A pesar de que el orden no fue el mismo que se utilizó hasta estos Juegos, el momento más esperado para los argentinos se dio cuando de la mano de Ginóbili asomó la bandera celeste y blanca. Detrás de Ginóbili se podía ver a la judoca Daniela Krukower, a algunas integrantes del plantel de Las Leonas, a los nadadores José Meolans y Georgina Bardach, a la atleta Jennifer Dahlgreen, al saltador Germán Chiaraviglio, al tenista Agustín Calleri, y a los basquetbolistas Fabricio Oberto, Pablo Prigioni, Luis Scola y Andrés Nocioni.
Después de los discursos protocolares, entre ellos el de Jacques Rogge, presidente del COI, y del presidente de China, Hu Jintao, y del juramento de atletas y árbitros, el gimnasta artístico olímpico chino Li Ming, quien dio una vuelta al estadio colgado de un arnés, encendió la llama olímpica.
Previa. Uno de los grandes temas de preocupación de la organización del evento fue el terrorismo, por lo que se impuso un férreo dispositivo de seguridad, con decenas de miles de policias y militares en las calles e instalaciones olímpicas.
Una ciudad paralizada. Los Juegos Olímpicos obligaron a los habitantes de Pekín a dejar de lado lo que tuvieran que hacer, ya que buena parte de los comercios permanecen cerrados y muchas tiendas, cines y gimnasios cortaron las actividades temprano, por motivos de seguridad, antes de la ceremonia de apertura.
En una emisora de radio comparaban la situación de la ciudad con Año Nuevo, cuando las empresas cierran y no hay mucho más que hacer que quedarse en casa con la familia viendo la televisión. Las estrictas medidas de seguridad también obligaron a cerrar a algunos centros deportivos y recreativos durante los Juegos.
Fuente: DyN y AFP