La infracción de Jesús Méndez se podría definir como innecesaria, un toque de atrás para desarmar una jugada sin demasiado riesgo. Pero el volante lo hizo, y Estudiantes tuvo una pelota parada al borde del área. Ernesto Goñi apuntó, disparó y cobró. La pelota voló por encima de la barrera y dejó a Diego Rodríguez sin reacción. Uno a cero. Para el Rojo fue como empezar de nuevo. Se enfrentó a la obligación de salir a buscar, de acorralar a Estudiantes.
Antes del gol, el árbitro Patricio Loustau anuló un tanto de Guido Carrillo por una posición fuera de juego, pero en realidad el delantero del Pincha estaba en la misma línea que los defensores.
Independiente tuvo más la pelota, pero las situaciones más claras fueron de Estudiantes. Por izquierda o por derecha, cada vez que lo intentaron complicaron a los laterales del equipo de Jorge Almirón.
Independiente arrancó de manera menos agresiva que la fecha pasada, cuando le ganó 3-0 a Atlético Rafaela. El técnico puso a Iván Pérez por Claudio Riaño, la figura del otro domingo. Almirón sumó un volante, y Martín Lucero quedó solo, allá arriba. Y a pesar de que hacía circular la pelota, no pudo romper las dos líneas que armó Estudiantes. Diez minutos antes de que terminara la primera etapa Francisco Pizzini entró por Pérez, para volver a armar el dibujo que mejor le sentó a este equipo.
Pero Estudiantes administró bien la ventaja. Entregó la pelota, pero cerró los espacios. E Independiente nunca pudo abrir el cerrojo. Apenas quedó un tiro libre al borde del área que desperdició Montenegro, algún intento de Pizzini, una salvada del arquero Agustín Silva y poco más. El Rojo respetó la idea de tener la pelota y de hacerla circular, pero falló en los últimos metros, ahí donde se lastima. Almirón mandó a la cancha a un ejército de delanteros. Terminó con Lucero, Benítez, Pizzini y Penco. Pero ni así. Estudiantes, que venía de perder con Arsenal, sumó los primeros tres puntos del torneo pero, sobre todo, mostró una versión sólida, trabajada.