Desde Belo Horizonte
Ser o no ser. Con la baja del Kun Agüero, a Alejandro Sabella le volvió a quedar el camino abierto para retocar el famoso esquema, justo en el arranque de octavos de final, en los partidos que los brasileños llaman “mata mata”, o sea a suerte y verdad.
¿Cambiar figuritas de cara a Suiza, delantero por delantero, con el ingreso del devenido sex symbol Lavezzi? ¿O fortalecer el medio con otro volante, sea de nombre corto (Maxi, Biglia, Pérez) o largo (Alvarez o Fernández)? En cualquier caso, la duda que asalta a Sabella probablemente lo deje dormir mejor en vísperas del partido en San Pablo que en aquella vigilia del debut en Río de Janeiro, cuando se decantó por el conservador 5-3-2, ahora en desuso.
Le tiraron un cable. La no deseada lesión del delantero del Manchester City, bien vista, le cayó como anillo al dedo a la preocupación eterna de Sabella de dotar de más equilibrio a un equipo que tiende a descompensarse. Incluso si opta por Lavezzi, éste aporta más que Agüero en la recuperación de pelota. “La lesión del Kun le quita a Sabella el problema de tener que sacar a un jugador muy apreciado por Messi, el verdadero dueño del equipo. Si nos limitamos a lo estrictamente futbolístico, no creo que su baja afecte mucho a Argentina, quizá por el contrario”, opina Javier Cáceres, enviado especial del diario Süddeutsche Zeitung a Brasil 2014.
Los inicios de cada tiempo contra Nigeria son un botón de muestra de la Argentina bipolar: los goles en el arco rival y en el propio se sucedieron sin solución de continuidad. Arriba mata, abajo muere. “Somos un equipo ofensivo y a veces tenemos problemas, pero más allá de eso estoy conforme con la defensa”, admitió lo obvio Sabella. La cuestión pasa por la soledad de Mascherano y los huecos que quedan entre las líneas cuando el adversario toma la pelota. Algo que los rápidos delanteros suizos, con Xherdan Shaqiri a la cabeza, podrían aprovechar.
Messi y diez más. En el golpe por golpe, a veces se gana, a veces se pierde. Ante Nigeria, y también ante Irán, y también ante Bosnia Herzegovina, el fiel de la balanza se inclinó para el lado albiceleste fundamentalmente gracias a un Messi encendido. “La pregunta sobre el sistema es hasta cierto punto irrelevante, porque Sabella sabe que con cualquier sistema que juegue siempre va a tener a Leo para salir al rescate”, argumenta el periodista chileno-alemán Cáceres.
El intríngulis del entrenador va más allá de las matemáticas: Sabella no es audaz por convicción, sino por necesidad: contar con un plantel de delanteros lujosos lo empuja a ir hacia delante en el Mundial. Ahora que los cuatro fantásticos quedaron reducidos a tres –al menos ante Suiza–, la única razón para mantener la tríada de delanteros tiene que ver más con la demanda de Messi que con el funcionamiento del equipo a nivel colectivo.
El macho del grupo. Tata Martino, ladero de lujo de Guardiola el jueves en el Luna Park y palabra autorizada tras su experiencia con la selección de Paraguay en Sudáfrica 2010, dio su parecer sobre los volantazos tácticos de Sabella.
“Cuando uno llega al Mundial no podés cambiar, tenés que afirmarte en lo que trabajaste en los cuatro años anteriores, porque cualquier cambio hace confundir a los jugadores”, opinó el ex técnico del Barça.
Experto en fútbol sudamericano y periodista de la revista alemana Kicker, Jörg Wolfrum prefiere destacar el giro de Sabella en el mismo debut, al barajar y dar de nuevo en el entretiempo del partido en el Maracaná, con el 4-3-3 empleado durante gran parte de las eliminatorias. “Lo que me gusta de él es que parece un tipo honesto, sincero, que no tiene por qué aparentar que es el macho del grupo para que la prensa se quede tranquila. Creo que él quiere darles una mano a los jugadores. Ni un sistema ni el otro han funcionado al cien por ciento en el Mundial, él debe estar sacando conclusiones de esto. Pero yo no querría ser Sabella y tener que decidir cómo seguir ahora sin Agüero”.
Ser o no ser. La subida es empinada. Para pispear esos 15 minutos iniciales de cada práctica, hay que recorrer unos cuantos metros desde el ingreso a Cidade do Galo hasta la cancha de entrenamiento. A mitad de camino se levanta la gigantografía de cuando la selección fue recibida por Francisco en el Vaticano. En esa foto aparece un Sabella tímidamente sonriente a la derecha del Papa. Unos pasitos a la derecha del entrenador está Messi. Todo un símbolo: así se encuentra hoy Sabella. Ante el desafío de tocar el cielo con las manos el 13 de julio, se debate entre la cautela bilardista y la toma de riesgos messiánica. Que Dios lo ayude.