Nunca fue tan evidente ni tan despiadado aquel lugar común de que en Argentina existen 45 millones de técnicos. Más allá de que la pandemia y las redes sociales amplifican todo –y generan una burbuja virtual de la que a veces es difícil salir–, de que el año y medio de confinamiento nos agobia y de que la Selección nos representa un escape mental general, una excusa para preparar una picada, tomar cerveza, putear, frustrarnos y festejar, esta Copa América de Brasil está sirviendo para homologar que Argentina transita un proceso que necesita dos premisas que por lo general en nuestro país faltan: paciencia y optimismo.
La designación de Lionel Scaloni al frente de la Selección generó muchas críticas entendibles. El joven técnico nunca había dirigido un equipo y la dirigencia de la AFA lo premió con el cargo soñado por todo entrenador. Pero desde 2018 hasta aquí, con un año sin competencias por la pandemia, Scaloni viene conduciendo algo más que un seleccionado: está tejiendo un recambio generacional que recibe la anuencia y aceptación de todo el plantel. De los más chicos y desconocidos, como Gabriel Romero, y de los más experimentados y célebres, como Lionel Messi.
Scaloni modifica nombres, cambia piezas y sistemas, y lo hace porque todavía no tiene claro cuál es el mejor ni tampoco quiénes son los once jugadores titulares. Hay algunos nombres fijos, obvio, pero los demás están en el medio de un ensayo y error. ¿Se puede ensayar en una Copa América? Sin amistosos y con un calendario apretadísimo por el año de parate, es cuando se puede, no cuando se quiere. Y ahí están, entonces, los tres cambios en la defensa contra Uruguay; el reemplazo de Guido Rodríguez por el lesionado Paredes, el jugador fetiche de Scaloni; la consolidación del arquero Emiliano “Dibu” Martínez o la de Rodrigo De Paul; y la magia de Messi.
Obvio que hay situaciones o nombres que todavía no cierran. Pero en el afán de sembrar dudas y con la malicia de siempre, proliferan los periodistas e hinchas que empiezan a hacer memes con Lautaro Martínez como hacían con el Pipita Higuain, que se burlan del entrenador o qué se preguntan de dónde salieron algunos titulares. La autodestrucción de siempre.
Cuatro de los convocados por Scaloni para esta Copa en Brasil –Juan Musso, Marcos Acuña, De Paul y Lautaro Martínez– son hijos del #RacingPositivo, aquella campaña motorizada por un grupo de hinchas de Racing que pedía dejar atrás la añoranza de la hinchada sufrida y fiel, de la eterna crisis, para cambiar el paradigma que rodeaba al club: ese año, 2014, Racing salió campeón, y desde ahí nunca dejó de ser protagonista.
La Selección necesita eso: cambiar el paradigma. Aceptar que por más de que tengamos al mejor jugador del mundo, no estamos entre las potencias. Que somos parte de la segunda línea en el concierto internacional, detrás de Francia, Alemania, Brasil y Bélgica. Y que el equipo está en formación. Hay que aceptarlo, no apurar el proceso ni lanzarle misiles. Quizás, de esa manera, el futuro llegue más rápido.