Abram metió la cabeza y Vélez festejo. No sólo un triunfo que le costó. Tambien los tres puntos que ahora lo dejaron sólo en la cima de la zona B. El 1-0 ante Independiente cuando faltaban menos de diez minutos es uno de esos triunfos que al final del torneo se valoran aún más.
De esta manera, el equipo de Mauricio Pellegrino se quedó con un partido que tuvo que trabajar demasiado. Le costó ochenta minutos perforar la defensa del Rojo. Muchas veces con más voluntad que ideas. Lo logró con un tiro libre, un rebote y un cabezazo.
Un Rojo pobre. Vélez no es Sarmiento. Si lo sabrá Julio César Falcioni, si lo sabrá Independiente. Porque el Rojo venía de lucirse y golear 6-0 al equipo de Junín, en un partido que lo ubicó en la punta de la zona B. Y ayer se cruzó con el Fortín, el otro equipo con el que compartía la cima de la tabla. Y no son lo mismo, se sabe.
Independiente repitió esquema e ideas: achicar espacios, presionar y salir rápido, la fórmula que le dio cuatro triufos consecutivos. Vélez hizo lo suyo: posesión, dinámica y búsqueda de espacios, pero chocó con el orden defensivo del Rojo.
Por eso, durante el primer tiempo Independiente fue el que logró preocupar al arquero Lucas Hoyos. Las subidas de Bustos por derecha y las ganas de Palacios por la otra banda desequilibraron el fondo del equipo de Pellegrino. Tuvieron que pasar veinte minutos para que Vélez tuviera una llegada clara.
El primer tiempo de Independiente fue aceptable. Faltó el gol, claro. El 0-0 le dio un respiro a Vélez. De todos modos, la primera mitad no fue digna de los dos equipos que lideran la zona y se disputan el liderazgo.
El segundo tiempo ofreció chispazos. Sin renunciar a sus principios, los dos evitaron regalarse. Las jugadas de riesgo aparecieron a cuentagotas. Y así, en medio de la intrascendencia, se fue apagando un partido que en la previa era decisivo pero que al final terminó aburriendo.
Vélez se animó un poco más. Sin demasiada claridad, empezó a mostrar buenas intenciones. Aprovechó que el Rojo perdió ritmo, que Palacios ya no era decisivo, entonces intentó ir en busca de esos tres puntos que se le escurrían.
El Rojo, en cambio, se apagó. Trató de cerrar el partido metido atrás, con un contragolpe salvador como única alternativa. Ni el ingreso de Alan Velasco cambió la ecuación. Y lo pagó caro. Cortó una racha ganadora y Vélez se le escapó.