DOMINGO
Opciones para mejorar la vida

Dietas vs. hábitos

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| Cedoc

Ponés la palabra “dieta” en un buscador de Internet y te salen 215 millones de resultados, los primeros tres anuncios: “Llegá a tu peso en 16 semanas”, “Bajá rápido y fácil con un método científicamente probado” y “Bajá 10 kilos en 10 semanas, sin sufrir”.

Abrís Instagram y te encontrás con tu influencer favorita consumiendo “el polvito de moda”, en Twitter se armó tremenda discusión por el documental nuevo de Netflix que explica cómo hay que alimentarse, en Facebook te taladran la cabeza queriéndote vender los productos para adelgazar “más efectivos del mundo”, en la tele te muestran cómo “desintoxicarte” después de un fin de semana de excesos, en el diario te cuentan “la dieta infalible para llegar al verano” y en una revista del corazón te revelan “la dieta secreta que le cambió la vida” a la famosa actriz que luce tan joven. Así vivimos, rodeados de dietas y promesas para adelgazar, nuevas magias que aseguran ser “la verdadera solución”, extremismos marketineros que nos aseguran bajar muchos kilos en poco tiempo y sin sufrir. Que nos dejan con sentimiento de culpa y frustración cuando las abandonamos porque creemos que no pusimos toda la voluntad que teníamos que poner, cuando en realidad era por culpa de la dieta y no de nosotros. Porque una dieta estricta, que te prohíbe comer las cosas que te gustan, que te aleja de tu rutina y tu vida social, es imposible de sostener en el tiempo. 

Disfrazadas de diferentes colores, las dietas en el fondo conducen siempre a lo mismo: reducir el aporte calórico en gran medida para lograr que todos bajen de peso. Cuanta más restricción, más rápido se bajará. Si realmente fueran la verdadera solución para bajar de peso y sostenerlo, estarían bajando los índices de sobrepeso y obesidad en el mundo. Si realmente fuera posible bajar mucho, rápido y sin sufrir, estaríamos frente a un ¡verdadero milagro! Las dietas existen y seguirán existiendo mientras haya consumidores. Por eso mi intención con este libro es enseñarles que hay otro camino para lograr el objetivo de bajar de peso. Que no crean que la única forma de tener un peso saludable es sufriendo; que no siempre lo mejor es más rápido y que se olviden de aquella dieta que hicieron y que no querrían volver a hacer porque los alejó de su entorno y su vida social. Quiero mostrarles que existe un camino mucho más simple, que aplica el sentido común y no la magia. Que prioriza el mantenimiento en lugar de la rapidez. Que considera al ser humano como un ser complejo y no como una máquina consumidora de alimentos. Que tiene en cuenta el aspecto cultural y social de la comida, y que contempla que muchas veces nuestra conducta alimentaria está regida por las emociones. Porque las dietas tienen un final, pero los buenos hábitos duran para siempre.

Seguramente conozcas el camino de la dieta; es un camino más corto, pero muy complicado y difícil de transitar. Hay quienes lo sostienen durante bastante tiempo, pero tarde o temprano se abandona. ¿Por qué? Básicamente porque es muy distinto al camino por el que venías transitando y el que querés transitar de por vida. Las dietas prohíben, restringen y tienen condiciones específicas que son muy difíciles de sostener, pero son tentadoras porque los resultados se ven en muy poco tiempo. Cuanto más duro es el camino, más rápido se llega al objetivo, pero también más rápido se abandona. Y lo peor es que cuando querés volver a retomarlo te cuesta cada vez más porque sabés el sacrificio que se viene. Lo vas dilatando día a día, mes a mes, año a año... y te alejás cada vez más del objetivo que buscabas. 

Cuando elegís el camino de los buenos hábitos, estás optando por obtener resultados a largo plazo en lugar de resultados rápidos; es claro que el camino de la dieta te lleva al objetivo mucho más rápido, pero la dieta te asegura bajar, no bajar y mantenerte. Si prestás atención, te vas a dar cuenta de que todas las dietas prometen “tantos kilos en tanto tiempo”, pero ninguna habla de “tantos kilos para toda la vida”. Sin embargo, la mayoría de las personas no se lo cuestionan porque creen que luego de bajar los kilos de más y llegar al peso que buscaban sucede algo mágico en el cuerpo que los hará mantener ese peso de por vida, aunque vuelvan a comer como comían antes. Lamento decirles que eso es imposible. Si bajaste de peso haciendo una dieta específica, vas a mantener el peso que lograste si seguís haciendo esa dieta; si no, lo vas a recuperar.

El camino de los buenos hábitos es un camino diferente, porque si bien puede ser más lento, es un camino que se disfruta y que te va a acompañar toda la vida. A diferencia de las dietas, que tienen lineamientos generales para todos, en este camino se van planteando estrategias particulares para solucionar los problemas que llevan al aumento de peso en cada persona. Porque cada persona es diferente y por eso los tratamientos se encaran de manera diferente. 

Este camino es un poco difícil al principio porque es un cambio total de paradigma respecto a lo que tiene que ver con el descenso de peso, y necesitás un tiempo hasta que te “cambia el chip”. Pero una vez que entendiste y comprobaste los resultados, seguís transitando en piloto automático. Te pase lo que te pase en la vida, si entendiste cómo sortear los obstáculos al principio, vas a poder sortear cualquier dificultad que se te presente. Desde cosas lindas como vacaciones, salidas, cumpleaños o casamientos, hasta cosas tristes como rupturas amorosas, pérdida de seres queridos o problemas en el trabajo. Todas esas cosas, lindas o feas, que te hicieron abandonar el camino de la dieta porque era imposible sostener ambas cosas, no te van a afectar en este nuevo camino. Tendrás momentos mejores y momentos peores, pero nunca más vas a oscilar entre estar en “tu mejor momento” muriéndote de hambre y matándote en el gimnasio, o en “tu peor momento” comiendo descontroladamente y sin hacer nada por vos.

 

*Autora de Las dietas tienen un final, Editorial Planeta (fragmento).