El video del hombre cargando al hombro un ejemplar de delfín franciscana recorrió portales de noticias y redes sociales. Si bien el acusado dice que “no se lo llevó como trofeo” y tampoco “se lo comió”, afirma haber utilizado un trasmallo, una práctica de pesca que se encuentra entre las principales causas de muerte de la especie.
“La franciscana es un delfín costero e interactúa mucho con actividades humanas y es por eso que tiene muchos problemas de conservación. Por la elevada cantidad de muertes (entre 500 y 800) debido a las redes de pesca está categorizado como vulnerable y es necesario revertir su situación a corto plazo para que no se extinga”, dice Pablo Denuncio, investigador en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (UNMDP-CONICET).
Se trata de una especie autóctona y endémica de la costa de Uruguay, Brasil y Argentina y se estima que la población ronda en los 20 mil animales. En el país habita entre la provincia de Buenos Aires y el norte de la Patagonia. Tiene un hocico largo, angosto y su boca cuenta con más de 200 dientes. Su coloración es pardo grisácea y se alimenta de peces pequeños.
“Es el delfín más común y abundante de la Provincia de Buenos Aires, pero es casi desconocido. No es un delfín como los que uno piensa, con saltos acrobáticos; apenas asoma su hocico para respirar”, agrega. Asimismo, cumplen un rol fundamental en su ecosistema al ser depredadores superiores como los tiburones y los lobos marinos.
Si bien en 2017 la Provincia de Buenos Aires declaró a la especie monumento natural por medio de la Ley 14.992 y tiene el mismo nivel de protección que la ballena blanca austral, se la sigue dañando mediante prácticas de pesca perjudiciales.
Monumento natural
“El hecho de que sea monumento natural es una herramienta muy importante. Ahora las autoridades de la Provincia vinculadas a la pesca tienen que regular el uso del trasmallo que en muchos lugares del mundo está prohibido. Es necesario también hacer campañas educativas y poder determinar zonas de veda”, sostiene Juan Lorenzani, presidente de la Fundación Fauna Argentina y señala la necesidad de trabajar en conjunto con las autoridades y la comunidad científica para darle una solución de raíz al problema.
Por su parte, Denuncio resalta la importancia de trabajar en estrategias de investigación, rehabilitación y reinserción. “La mayor parte de los delfines que mueren son juveniles y hay muchos aspectos vinculados a los mecanismos por el cual se enredan que aún no comprendemos. Es relevante que se recuperen los cuerpos de los animales para obtener información sobre lo que sucede con la red de pesca y para explicar cómo se debe trabajar cuando aparece un animal” sostiene y explica que en esos casos lo primero que hay que hacer es llamar al 106 (Prefectura).
Cambiar la perspectiva
Al poco tiempo de conocerse la noticia, organizaciones protectoras y ambientales salieron a manifestar su repudio. “Esto que pasó se hizo viral porque se trata de un delfín que está en peligro de extinción, pero en realidad habría que pensar que diferencia hay por ejemplo cuando se pesca un pejerrey, ¿no?. La diferencia es la especie, pero para el animal que siente es exactamente lo mismo”, dice Paula Talpone de Activistas Animalistas de la Costa y añade: “Nos acostumbramos a ver una persona pescando y matando por simple deporte, pero luego vamos a nuestras casas y nos comemos un salmón. Esto que pasó nos invita a pensar un poco más en que estamos haciendo con todas las especies que están a nuestro alrededor ”.
Desde espacios antiespecistas buscan cambiar la mirada antropocéntrica y afirman que la vida y el bienestar de todos los animales cuenta. ¿Cómo se tejen los vínculos y conexiones que tenemos con las distintas especies? ¿Por qué nos movilizan ciertos hechos por sobre otros? ¿Estamos programados de esa manera o nos moldean factores socioculturales desde la niñez?
“Este señor estaba con sus dos hijos y ellos ven algo que no es natural. Nosotros les enseñamos a naturalizar la violencia hacia los animales. Les estamos enseñamos que el animal no siente; que no sirve, que es una cosa que se puede matar en cualquier momento y por cualquier motivo. Si empezamos a pensar con más empatía y a no sentirnos el centro del mundo, lo que tendríamos que pensar es ¿qué estamos haciendo?”, concluye Talpone.