El plástico es un producto tan masivo que está presente prácticamente en todo o casi todo lo que consumimos: envases de productos, mobiliario, cosmética, indumentaria, materiales para la construcción, colillas de cigarrillos, entre otros. Es un material liviano y resistente, que se puede moldear de diferentes maneras para cumplir distintas funciones. Incluso, a diferencia de los metales, los plásticos no se oxidan ni se corroen.
Por todas estas características, desde los años '50, se produce más plástico que cualquier otro material. Y los envases plásticos representan casi la mitad de todos los residuos plásticos a nivel mundial, y muchos de ellos son desechados después de haber sido utilizados tan solo unos pocos minutos. Esta característica no implica que necesariamente sean fáciles de eliminar: la gran mayoría de los plásticos de un solo uso no son biodegradables y pueden tardar hasta mil años en descomponerse. La ONU asegura que, de continuar a este ritmo de producción y consumo, para 2050 habrá más plásticos que peces en el océano.
Entendiendo que el problema no es el plástico en sí sino el uso que hacemos de él, cada julio se lleva adelante la campaña internacional “Julio Libre de Plásticos”.
Cada año consumimos 50 mil partículas de plástico altamente nocivas
¿Cómo podemos sumarnos a la campaña desde nuestros hábitos diarios?
En muchos países del mundo, y en Argentina también, se empezaron a tomar medidas para reducir el impacto ambiental y social del plástico. Por ejemplo, algunas ciudades prohibieron las bolsas plásticas en los supermercados o la entrega de sorbetes. Poco a poco, se van tomando cartas en el asunto. Pero es fundamental que hagamos fuerza para que se dicten más leyes sobre el uso y consumo del plástico, y por supuesto, que haya controles más estrictos.
Ahora bien, las pequeñas acciones frente a esta problemática son también muy importantes. Repasemos algunas de las principales:
- Reducir y reemplazar: La mayoría de las veces, desde casa podemos reducir el uso de productos plásticos descartables y reemplazarlos por otros más duraderos: bolsas de tela, botellas recargables, tuppers en vez de bandejitas, entre otros. Por suerte cada vez hay más opciones. La clave está en pensar antes de consumir: ¿Lo necesito? ¿Lo voy a usar? ¿Se puede reemplazar con otros productos reutilizables? Otras opciones para reducir el consumo de plásticos es comprar a granel llevando nuestros propios envases, contar con nuestro kit zero waste (un tupper o lunchera, una botella o vaso recargable y cubiertos metálicos o de bambú), o elegir productos de limpieza que se vendan sueltos o en versión sachet para recargar aquellos envases con los que ya contamos.
- Elecciones plastic free: Muchos de los productos que consumimos diariamente tienen hoy alternativas más ecológicas. Por ejemplo, podemos reemplazar el cepillo de dientes tradicional por uno de bambú, o el clásico shampoo envasado por shampoo sólido. Otras opciones son reemplazar artículos sanitarios como toallitas, protectores, tampones o pañales por sus variantes de tela o la copita menstrual. ¡Hasta existen alternativas para el uso de papel film!: existen envolturas de tela reutilizables o a base de cera que son igual de efectivas y más sostenibles a la hora de almacenar o envolver nuestros alimentos.
- Reutilizar: Si eventualmente tenemos que usar productos plásticos descartables, al menos intentemos darles otra utilidad cuando los terminamos de usar. Podemos reutilizar las botellas, los potes de yogurt, sachets de leche, etc. El límite lo ponemos nosotros, la clave es despertar la creatividad. Por otro lado, existen también muchos emprendimientos sostenibles que reutilizan materiales para crear nuevos productos y colaborar con ellos es una gran iniciativa.
- Botellas de amor: Se trata de una práctica súper fácil para darle un segundo uso a muchos plásticos de un solo uso que de otro modo van a parar al relleno sanitario; además, nos ayuda a optimizar el espacio de nuestra bolsa de reciclables. Para armar una botella de amor solo debemos introducir dentro plásticos flexibles como envoltorios de galletitas, pasta seca o golosinas, bolsas de nylon, entre otras, e ir compactando ese contenido poco a poco. Al final, nuestras botellas deben entregarse en los puntos de acopio y su contenido será utilizado para la fabricación de madera plástica.
- Volver al ciclo: Como ya mencionamos, sólo un 9% del plástico del mundo llega a las plantas de reciclado, y eso depende principalmente de nosotros. Por tanto, si no podemos prescindir de algunos productos plásticos, al menos tratemos de reinsertarlos en el ciclo de producción. Desde casa podemos separarlos y guardarlos en las condiciones apropiadas (siempre limpios y secos) hasta que los llevemos a una campana de reciclables o a un punto de acopio. Con esta práctica, además, contribuimos a potenciar la economía circular y a generar fuentes de empleo para recuperadores urbanos formales e informales.
Te invitamos a ser parte de esta campaña adoptando algunas de estas ideas, o todas si te animás. Que #JulioLibreDePlasticos sea el puntapié inicial para sumar nuestro granito de arena frente al cambio que queremos ver en el mundo. ¡A poner primera!
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