Silvina Batakis, Rogelio Frigerio, Ricardo Delgado son algunos de los ministeriables que podrían hacerse cargo de la gestión económica tras el 10D y enfrentarse a restricciones cambiarias y correcciones de tarifas. Descarnados, algunos hablan de que podrían ser los futuros Remes Lenicov, en referencia al primer ministro de Economía de Eduardo Duhalde, que atravesó la devaluación y la pesificación asimétrica, duró de enero a abril en 2002 y cedió paso para que luego Roberto Lavagna disfrutara de las mieles del crecimiento. Nadie mejor que el propio Remes, en diálogo con PERFIL, para mirar esta transición con aquella a la distancia.
“La situación hoy es compleja pero no tiene el nivel de dramatismo de 2001 y principios de 2002. Cuando a mí me tocó actuar la deuda estaba en default y superaba el PBI, y hoy es la mitad. Los bancos estaban quebrados, había corralito, cuasimonedas, y una fuertísima presión por la dolarización de la economía de parte de grupos de interés”, remarca el economista que por aquellos días tenía 53 años y que tras acompañar a Duhalde en la provincia como ministro provincial (como Batakis con Scioli) había pasado por el Congreso, de donde renunció para aterrizar en el Palacio de Hacienda en plena crisis. Sin embargo, Remes señala similitudes con aquellos años: “Era parecido respecto de ahora en términos de déficit fiscal, escasas reservas, déficit de balance de pagos, fuga de capitales y peleas con acreedores”. Y marca una complicación distintiva: “Ahora hay un tema que no tuve que enfrentar, que es que tenemos inflación. Cualquier ajuste que haya que hacer de algún precio relativo sobre un proceso ya inflacionario genera problemas. Pero la situación aquella fue mucho más dramática. La economía estaba mucho más dolarizada y hubo que pesificar y devaluar”.
—¿Cómo está viendo esta transición?
—Veo que no hay conciencia en el conjunto de la sociedad y en el conjunto de los dirigentes. Todos creen que los problemas se resuelven rápido. Cuando uno tiene cuatro años de estancamiento, no tiene reservas, tiene precios relativos que no ayudan a exportar ni a invertir, eso significa que algún tipo de cambio en la política económica hay que hacer, y siempre que uno modifica la política económica o los precios relativos se genera algún problema o turbulencia, la gente se pone mal.
—¿Prevé un momento de turbulencia antes de retomar el crecimiento?
—Es muy difícil responder eso. Depende de cómo se hagan los cambios, en cuánto tiempo. Para hacer una comparación sensata hay que esperar conocer las medidas que van a tomar en diciembre. En nuestro país es muy fácil llegar muy rápido a los desequilibrios. En dos tres años retrasa el tipo de cambio. El arreglo de eso nunca es fácil.
—Ese arreglo no está en la agenda electoral.
—En la campaña no se puso énfasis en el atraso cambiario. No se puso énfasis en el déficit fiscal o en que no hay reservas, porque siento que es piantavotos. La gente no quiere escuchar. A nosotros nos pasó en la campaña del ’99: decíamos que había que renegociar la deuda y salir de la convertibilidad, la gente se asustó y votó a De la Rúa. Colegas que están en distintos partidos nos dicen “no vamos a cometer el error de ustedes”. Pasa en el oficialismo y en la oposición, que también disfraza los temas.
—¿Cree que puede haber, como se comenta en estos días, futuros “Remes”, que tengan que hacer “el trabajo sucio” y salir de su cargo rápidamente?
—Mi deseo es que el que asuma tome las medidas que haya que tomar y que el país empiece a funcionar. Ojalá que el ministro que asuma, tenga la mejor vida y el país vuelva a crecer, porque además es gente que conozco, y buena gente.