Tras su presentación en la Cumbre Financiera Argentina, Miguel Galuccio, presidente de YPF, confirmó en ronda con periodistas que en octubre probablemente se reactiven los microaumentos de los combustibles en surtidores para acompañar la evolución del tipo de cambio. Son muy pocos, sin embargo, los que se animan a pronosticar qué sucederá con el precio de las naftas con un nuevo gobierno en funciones, porque no está claro qué pasará con los costos internos del petróleo y -obviamente- si habrá, cuándo y cuánto, una devaluación.
Por eso, el Gobierno autorizó la creación de una selecta mesa de crudo, integrada por no más que siete personas, para empezar a delinear un esquema de precios para 2016. La idea es acercarle una propuesta en concreto a Daniel Scioli, candidato presidencial por el Frente para la Victoria, si resulta ganador en las próximas elecciones. Por ahora es una idea germinal con escaso trabajo, pero están sentados los principales jugadores del mercado: YPF y PAE, la más afectada por el derrumbe del precio internacional porque exporta un 40% de su producción de petróleo (por su calidad, de tipo pesado, no puede ser procesado en las refinerías locales), representantes del Ministerio de Economía y de las principales provincias petroleras.
El precio interno de los combustibles estará atado al manejo de dos variables centrales: en primer lugar, a la evolución del tipo de cambio. El precio que se paga en surtidores alcanza para pagar US$ 77 al productor neuquino con un dólar a $ 9,45 como el actual. Qué sucederá en caso de que el próximo gobierno quiera devaluar por encima de los 11 pesos, como reclaman buena parte de los economistas. En ese caso, parece, a priori, muy complejo que los precios en pesos de las naftas puedan ajustar a la misma velocidad que la devaluación.
El otro factor de peso es el precio internacional del petróleo. Encontrar un valor competitivo para el mercado interno dependerá de cómo evolucione el barril. En la Argentina existe una situación prácticamente inédita a nivel mundial: a través de un acuerdo entre productores y refinadores promovido por el Gobierno (que finaliza el 31 de diciembre), los automovilistas subsidian a los productores de crudo, convalidando un precio interno competitivo del hidrocarburo más alto que el internacional. Para ponerlo en blanco sobre negro: mientras que el Brent –la cotización del barril en Europa– se paga por debajo de los US$49, el crudo de tipo Medanito extraído en Neuquén cuesta US$ 77. Y el Escalante, de Chubut, se abona en el mercado interno a US$ 63. Es decir, el 70% y el 55% más que en Europa, respectivamente. Fue la respuesta anticíclica que encontró el ministro de Economía, Axel Kicillof, para proteger la inversión en los yacimientos locales y evitar el impacto de un barril que se hundió de US$ 110 a US$ 45 en pocos meses. La gran pregunta que se hacen los empresarios petroleros es qué sucederá con los precios internos en 2016. La mayoría de las petroleras congeló sus planes de inversión hasta saber cómo se despejará ese interrogante. YPF invirtió US$ 6 mil millones este año. Para repetir esos números, la petrolera precisa precios competitivos.