Esta semana será otra de sólo tres días hábiles y marzo concluirá con 19 jornadas laborables. Mientras el Gobierno enfatiza que con los nuevos feriados se estimulará el consumo, los analistas coinciden en que, más allá del calendario oficial, la decisión de consumir o ahorrar se toma a partir del poder de compra de los ingresos y aseguran que, más que los fines de semana largos, es la alta inflación lo que impulsa la filosofía de vivir el momento.
“El gasto depende de factores como el ingreso disponible luego del pago de impuestos y los gustos personales. Crear feriados puede estimular el consumo si existe un ingreso extra y la población está dispuesta a gastarlo”, consideró la economista Damaris Yarcia, autora del paper ¿Los fines de semana largos son buenos para el sector turístico? El caso filipino. En ese país, el impacto de los fines de semana largos no fue significativo debido al bajo nivel de ingreso per cápita (US$ 1.850) y a que muchos trabajadores cobran por jornada trabajada.
Aún asumiendo que los argentinos opten por viajar, esa decisión perjudicaría a los comercios de sus ciudades de residencia. “El mayor consumo en ciudades turísticas es compensado reajustando el gasto en el resto de la semana o mes”, evaluó Milagros Gismondi, de OJF. “Es probable que el mayor gasto en los feriados se compense con un menor consumo en restaurantes el resto de ese mes o el siguiente, menores compras en indumentaria, etc.”, ilustró. Esto sucede porque “la restricción presupuestaria que cada uno enfrenta se readecúa a estas mini vacaciones, no es que nuestra capacidad de gasto aumente”, explicó.
Según estimaciones de OJF, por cada feriado el país deja de producir unos US$ 450 millones, entre la industria y los servicios públicos, de salud y educación. Pero este cálculo no contempla la compensación que genera la mayor producción de servicios gastronómicos, hoteleros y de entretenimiento.
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