El acuerdo con China para fortalecer las reservas se convirtió en el primer salvavidas en un segundo semestre que comienza con una “vuelta a foja cero” de la economía: el alivio que trajo la devaluación a algunas variables, como la competitividad, prácticamente se limó con la inflación, aunque se advertía que con sólo devaluar no alcanzaba. Otras reformas en subsidios, deuda y política de ingresos también quedaron a mitad de camino.
La perspectiva de salir al mercado después de cerrar el acuerdo con el Club de París se vio complicada por la negociación con los holdouts y el riesgo de entrar en default el 30 de este mes. Así, una eventual emisión de deuda quedó postergada –aunque las tasas para la Argentina no bajan del 12% mientras que otros países de la región como Ecuador o Bolivia colocan títulos en el mercado internacional hasta por el 4%–. Además, la posibilidad de que otras demandas de acreedores lleven a pagar US$ 15 mil millones pone presión sobre las reservas. El Banco Central aprovechó las liquidaciones del campo para volver a acumular reservas –después de tocar un mínimo de US$ 27 mil millones en abril– mientras que subsistieron otros factores, como las trabas a las importaciones y el cepo para acceder a las divisas extranjeras, aunque alivianó con el dólar ahorro y se mantuvo su versión turista. Ahora, el swap de US$ 11 mil millones acordados con China promete un mayor margen para atender pagos comerciales en caso de que las reservas deban reorientarse a los holdouts.
El Gobierno se prepara así para un eventual escenario de “default técnico” si el juez Thomas Griesa no concede un stay para pagarles a los bonistas. Hoy ese escenario buitre sobrevuela el resto de la política económica para ver qué margen hay de tomar acciones puntuales si hay que cubrirse de “ataques especulativos contra el peso” ante un escenario de default.
Las exportaciones, única vía hasta ahora de ingresos genuinos, muestran caídas del 10% en lo que va del año y en algunos casos se agravan, como en la provincia de Córdoba, donde la baja llegó al 20%, complicada por el sector automotor, donde los gremios estiman, además, que hay 15 mil puestos de trabajo en riesgo. Para las exportadoras, la suba de costos internos volvieron a reducir su capacidad de competir en los mercados internacionales. De acuerdo con un informe de Econviews, la inflación en el primer semestre ya erosionó dos tercios de la devaluación de enero.
La industria en mayo tuvo su mayor caída con una baja del 5,5%, según la Unión Industrial Argentina. “El primer semestre fue el más complicado por el cierre de las importaciones y por el impacto a los vehículos de alta gama”, explicó Fernando Pîgoni, concesionario de Toyota, donde las ventas cayeron entre 40 y 50%. Según la Asociación de Concesionarios, la actividad cayó 31% en junio y 23% en el primer semestre, contra el mismo período del año anterior.
Así, la actividad cerró el primer semestre con una baja del 0,9% según los últimos datos del estudio de Orlando J. Ferreres, mientras se esperan los del Indec. Según estimaciones de CCR, el consumo cayó por primera vez en la última década en el primer semestre, con una baja entre el 1 y el 2%, traccionado por una caída de 15 puntos del salario en la primera parte del año.
Según un análisis de la CTA opositora, si bien las subas de este año superaron al promedio de 27% del año anterior, “los mayores incrementos nominales no implicaron un crecimiento de los salarios reales”.
El combo de inflación y devaluación limó salarios y el Gobierno intentó poner un límite a las paritarias que, según el Ministerio de Trabajo, cerraron en un promedio de 29,7%. Con una inflación que en el primer semestre acumuló 15% según las cifras oficiales y que se proyecta alrededor del 35%, algunos gremios ya comenzaron a reclamar la reapertura de las negociaciones salariales, como los docentes bonaerenses o los estatales de ATE, que cuestionan el 28,15% obtenido por el otro gremio estatal y alineado con el Gobierno, UPCN. El jueves, en la puerta del Palacio de Hacienda, los trabajadores le pidieron un aumento al ministro de Economía, Axel Kicillof.
La caída del consumo, además, postergó el avance del Gobierno con una nueva etapa de recorte de subsidios energéticos, que según el cronograma inicial debería avanzar en esta parte del año con el recorte de subsidios a la luz. Pese a los recortes en gas y la suba de tarifas en transporte, el gasto del Estado en subsidios aumentó 70% en los primeros cinco meses, según los últimos datos de la Secretaría de Hacienda. “El gasto primario creció en mayo 39,5%. En términos relativos, se desaceleró, dado que en abril creció a una elevada tasa del 45,1% interanual”, detalló el último informe del Instituto de Análisis Fiscal (Iaraf)