Ya en enero, Paolo Rocca sabía que la pelea no tenía retorno. Cuando Techint planteó la suspensión de una inversión de U$S1000 millones en la planta de Siderar en San Nicolás, el titular del holding tenía conciencia de que el vínculo estrecho y hasta de objetivos comunes que alguna vez había tenido con Néstor y Cristina Kirchner se había convertido en una ruptura irremontable.
Aunque en algún momento pudiera haber algún reencuentro, algún intento de recomposición, ya nada volvería a ser lo mismo. Fue así que, acostumbrado a enfrentar la crisis, se preparó para lo que vendría. Incluso en su entorno no se descartó que pudiera forjarse desde Olivos, lo que finalmente está en progreso: un plan oficial para avanzar sobre Techint.
Por eso, la nueva estatización de empresas del grupo radicadas en Venezuela -Tavsa, Matesi y Comsigua- no fue observada como un hecho circunscripto solamente al país caribeño. Pero para comprender el plan orquestado contra Techint, no sólo hay que analizar los elementos que lo componen sino también las causas que lo provocaron y su efecto, que en la actual pelea parecen favorecen más al holding que al Gobierno.