Una tarde de mediados de febrero de 2008 Marcelo Mindlin visitó la Casa Rosada con un desafío bien concreto: explicarle a la presidenta Cristina Kirchner que las tarifas de Edenor –congeladas desde 2001– no alcanzaban a cubrir los crecientes costos de la distribuidora. El empresario, accionista mayoritario de Pampa Energía, el holding creado en los albores del kirchnerismo para expandirse en el sector eléctrico, llegó a la cita con una sólida presentación que incluía gráficos y datos cuantitativos para justificar su posición. Pero no bien comenzada la reunión, la respuesta de CFK lo sorprendió. “Marcelo, sé perfectamente que las tarifas eléctricas de Buenos Aires están regaladas. No es necesario que me lo expliques”, lo frenó en seco Cristina. Eran sus primeros meses de gobierno y Mindlin volvía a ilusionarse con recibir el aumento de tarifas prometido en septiembre de 2005, al poco tiempo de comprarle Edenor a Electricité de France. “Está esperando el momento político oportuno para hacerlo”, pensó. Sin embargo, en los ocho años que duró la administración de Cristina Kirchner las tarifas de Edenor y Edesur –las dos mayores distribuidoras del país– se mantuvieron sin cambios. En ese plazo la relación con la Casa Rosada viró de forma pronunciada en un derrotero que compartieron otros hombres de negocios. De una cercanía inicial que alcanzó un pico con la compra de Edenor en 2005 al deterioro de los últimos años, ya con los números de la distribuidora más comprometidos por el congelamiento tarifario.
A pesar de eso, Mindlin sostiene que el balance es positivo. Hoy está enfocado en encontrar nuevas inversiones en el sector energético, en especial en el área de las energías renovables. “Tenemos proyectos para instalar parques eólicos por 200 MW con una inversión de US$ 400 millones”, anticipa. En especial, en el sur de la provincia de Buenos Aires, cerca del puerto bahiense.