La estrategia del Gobierno para morigerar la sangría de dólares provocada por la importación de energía –de enero a septiembre se gastaron US$ 9.300 millones, según datos oficiales– es de dos pinzas. Por un lado, en Economía estudian por estos días la creación de nuevos instrumentos financieros para favorecer el ingreso de dólares.
Eduardo Eurnekian, titular de Corporación América, anunció esta semana en la exposición Oil & Gas una inversión de US$ 500 millones en YPF que podría concretarse bajo el paraguas del Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (Baade); un camino similar al elegido por Bridas, de los hermanos Bulgheroni.
En otros despachos el Ejecutivo estudia que es más conveniente, en términos fiscales y cambiarios, traer un porcentaje de crudo liviano –de baja gradación API, el más requerido por las refinerías locales– que importar cargamentos de diésel.
PERFIL publicó hace dos semanas que la alternativa estaba siendo estudiada en Gobierno tras un pedido de tres petroleras, Oil, Shell e YPF. Hoy cuenta con el visto bueno de técnicos del Ministerio de Planificación, a cargo de Julio De Vido. “Se podría importar un porcentaje de petróleo desde Nigeria (conocido en la jerga como Bonny Light, más liviano que el extraído en Neuquén) para mejorar el rendimiento de las plantas locales”, precisó a este medio una fuente del Ejecutivo.
La importación de naftas y gasoil para el mercado automotor demandó en los primeros dos cuatrimestre de 2012 US$ 1.468 millones, según números de la Secretaría de Energía. Mientras que las compras de diésel para las usinas eléctricas –a cargo de Cammesa– demandaron otros US$ 2 mil millones.
En la actualidad, existen destilerías que por la falta de crudo de tipo Medanito –en baja desde 1998– tienen margen para procesar más crudo. “El Gobierno está decidiendo la importación de crudo por cupos de manera semestral”, precisó a PERFIL un directivo de una petrolera. La medida se explica desde el sentido común: es más conveniente traer petróleo crudo antes que comprar un derivado ya procesado.
Sin embargo, algunos estamentos del Gobierno no están convencidos de cargar con el costo político de la iniciativa. La Argentina no importa petróleo desde 1992, en la antesala de la privatización de YPF. Retomar esa senda un año después de la reestatización pondría en jaque la retórica electoral cerca de los comicios.