Las once semanas de dólar en calma le han permitido al oficialismo volver a creer en sus chances de reelección. Atados al valor de la divisa va la imagen del Presidente y también los índices de confianza. Pero el cóctel de tasas que aunque bajen siguen siendo altas, más una restricción monetaria que reduce al mínimo la circulación de pesos en la calle, se combinan con una recesión dura de morir que pone al límite la capacidad financiera de las empresas.
Esta semana hubo una muestra contundente. La agencia calificadora de riesgo crediticio Moody’s (que mide sobre un grupo de variables que tan sólida es una compañía para pagar sus deudas y les pone notas en consecuencia) empeoró su opinión sobre nada menos que a ocho grandes compañías argentinas: Arcor, Telecom, YPF, Sullair, Holcim, Mirgor, Raghsa y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA).
En líneas generales, Moody’s explica por un lado que como había empeorado su visión financiera sobre la capacidad de pago de la Argentina debía también trasladar esas dudas a las calificaciones de las compañías que operan en esta economía. Ahora bien, en el caso de Arcor, el gigante alimenticio que factura más de US$ 2.500 millones al año, la agencia no solo modificó su perspectiva de “estable a negativa” como hizo con el resto de las compañías.
También directamente le bajó la nota, debido al “deterioro del perfil crediticio general de la empresa”, según señaló. Apuntó a su vez que si bien el cambio tuvo que ver con la aplicación del ajuste por inflación de los balances, también tuvo que ver por el impacto de “la fuerte depreciación del peso argentino en 2018 y la alta proporción de deuda denominada en dólares estadounidenses”. De hecho la relación deuda Ebitda creció de 3,7 veces a 4,2 veces. En el mercado enfatizaron que no se trata de un problema de solvencia y cerca de la firma limitaron el cambio a una cuestión técnica. Sin embargo, el clima financiero viene a completar un escenario recesivo con caída del consumo y cambios a segundas marcas que golpea duro a la alimenticia que lidera Luis Pagani. Este año se encamina a tener un resultado negativo por tercera vez en su historia: las anteriores, en 2002 y en 2018.
Deudas impagas. El caso Arcor es el más resonante de una temporada alta de estrés financiero en el sector privado. Se vio por un lado en el Informe sobre Bancos que publicó el Banco Central esta semana, que si bien reflejó datos a mayo, mostró que se disparó la morosidad de las empresas. En línea con un incremento de los impagos también en las familias, el porcentaje de los créditos irregulares sobre el total de las financiaciones saltó 3,1 puntos porcentuales al 4,2% del total. Todo en un contexto de derrumbe del crédito que, como porcentaje del PBI se reduce a niveles que no se veían desde 2001. El crédito al sector privado bajó 10,1% respecto a mayo de hace un año.
El economista Fausto Spotorno, del estudio de Orlando Ferreres, enumera tres razones detrás de esta situación que pone en riesgo el funcionamiento de las compañías y por ende el empleo registrado:
◆ “La recesión genera una caída del flujo de caja de las empresas y empiezan a tener restricciones financieras”;
◆ “Esa restricción se ve agravada por una restricción monetaria que hace que el crédito en términos reales esté bajando”;
◆ “Y la suba del riesgo país que complica la posibilidad de tener riesgo del exterior”.
Arcor tuvo balances negativos en 2002 y 2018. Este año podría ser el tercero.
Hay un riesgo extra que sufren especialmente las empresas que tienen solo ingresos en pesos y que tras el salto cambiario aún no adecuaron su ecuación al salto de los costos en dólares, explica Diego Coatz, director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA). “Se endeudaron para comprar tecnología, y cuando llega la devaluación les queda la deuda mucho más alta”, precisa. “Esta situación entonces termina castigando a las empresas más ofensivas, y es una invitación a ser más precautorio y no arriesgar”, acota.
En esta cornisa, podría haber una luz al final del túnel si se consolida una recuperación. “Hay olor a fin de recesión”, dice Spotorno. De lo contrario, el futuro es negro: de acuerdo con el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en este contexto, en el primer trimestre del año se registraron 125 casos de concurso de acreedores, un 71% más que hace un año.
Esperan poder bajar más rápido la tasa después de las PASO
El ahogo financiero de las empresas estuvo en recientes encuentros del equipo económico con economistas. De allí, emergió el reconocimiento del impacto de la dureza monetaria, y un anticipo: que podría acentuarse una baja en la tasa si hubiera un resultado positivo para el Gobierno tras las primarias de agosto.
Dentro de un clima electoral que está marcado a fuego por la polarización entre el oficialismo y el kirchnerismo, en el gabinete aseguraron a PERFIL que en la medida que en las elecciones de agosto se de un resultado positivo para el Gobierno habrá mayor margen para bajar la tasa de interés.
“Si logramos una buena elecciones en agosto, vamos a tener mucho más aire para bajar las tasas y de esa manera promover más nivel de actividad económica”.
En recientes ruedas de prensa, el jefe del Banco Central, Guido Sandleris, ha marcado que comprende el impacto negativo en las empresas de las tasas de interés altas, pero explica que es un costo que hay que pagar para conseguir pax cambiaria, y que es peor la inestabilidad financiera.