ECONOMIA
Inflación, subsidios y pasajes

Empresas de transporte de pasajeros piden rediscutir costos y tarifas

Alertan sobre el atraso tarifario y sobre el costo de insumos, fijados a precios de agosto de 2020. Menos inversiones y mantenimiento.

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Colectivos y disminución de frecuencias. | Twitter Solo Tránsito

Es común escuchar en la Argentina frases tales como “empresarios formadores de precios”, o pedidos de las autoridades de datos sobre la composición de las estructuras de costos de las empresas, para así controlar, justificar o penalizar abusos en las cadenas productivas. La puja sobre precios y salarios, cruzada con acusaciones por rentabilidad extraordinaria, por un lado y excesiva presión impositiva por otro debiera zanjarse, como toda cuestión matemática, con cálculos y transparencia evaluando todos los factores disponibles: políticos, técnicos y sociales.

Al margen de las discusiones sobre las causas y los efectos de este endémico mal argentino llamado inflación, pocas actividades económicas a nivel local puede ofrecer la transparencia que ofrece el Sistema de Transporte público automotor (en especial de la región del AMBA) en relación a cómo es su estructura de costos. Ésta se publica con regularidad en el Boletín Oficial, con exhaustivo nivel de detalle (precios, consumos específicos, cantidad de pasajeros y kilómetros recorridos, etc.) y es auditable por cualquiera con la voluntad de hacerlo. Consta de 11 anexos y detalla con total claridad y transparencia la cuenta y composición de los costos de mover los 18.500 colectivos que circulan por el AMBA y que dan empleo a más de 50 mil trabajadores. Lo que agrega más transparencia es que no son los operadores los que elaboran y publican esta estructura de costos e ingresos, sino el propio Estado a partir de los relevamientos de precios de los insumos (de los cuales el sector transportista no es formador) y los recursos empleados, obtenidos de las mediciones de la SUBE en relación con kilómetros recorridos y pasajeros transportados.

Cuando estudiamos en detalle las estructuras de costos observamos que, en la actualidad, los precios de los insumos están fijados a precios de agosto de 2020, es decir, en fecha previa a la aceleración inflacionaria de fines del año pasado. Es decir que, cuando el Estado “hace la cuenta” y determina que el “costo” de mover los 18.500 buses urbanos del AMBA es de algo más de $ 13 mil millones, está considerando por ejemplo que el precio de una cubierta es de $ 25.702 mil sin IVA, cuando a la fecha una cubierta asciende a unos $ 60 mil IVA incluido (casi el triple). El Estado hace los cálculos de los precios “sin IVA” en la estructura de costos de la cual se deriva el computo de subsidios o compensaciones. Sin embargo, los operadores compran los insumos con IVA incluido y no pueden luego obtener el recupero de estos créditos porque las ventas de boletos SUBE (gravadas al 10,5%) representan apenas el 10% de sus ingresos. Por eso el IVA de las compras – que si bien es un crédito- actúa en los hechos como un costo al no permitir la AFIP el reintegro de estos.

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Si bien esta situación ya lleva 5 años, entre inflación y atraso tarifario se genera una bomba de tiempo a corto plazo. Aún no se cerró la paritaria UTA 2021 con lo cual el millón de pesos de costo que cuesta mover un colectivo será en breve mayor, sumado al efecto de los ajustes en los precios del combustible. Y mientras tanto ni se ajusta la tarifa, ni se actualizan las compensaciones. Entonces, la variable de ajuste pasa a ser la calidad del servicio: coches con más tiempo en los talleres o parados por falta de insumos, que circulando.

Cuando en muchas ocasiones se menciona con ligereza y poco análisis “los abultados subsidios” que se pagan en el transporte del AMBA hay que aclarar que ni esto es voluntad de los operadores, ni son abultados en relación con los que cuesta mover 18.500 unidades pagando 55.000 haberes por mes y recorriendo casi 100 millones de kilómetros, afrontando todos los costos y pagando todas las obligaciones impositivas y previsionales, incluyendo los costos adicionales de operar en medio de una pandemia. Por eso se dejaron de renovar desde 2015 a la fecha unos 4.000 vehículos, por destinarse más dinero en pagar impuestos, que en renovar unidades necesarias para un servicio seguro y acorde a la demanda de los usuarios.

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El proceso de desinversión que padece el sector desde 2016 a la fecha, nos lleva a un horizonte sombrío, si consideramos que el transporte público automotor es responsable de mas del 80% de los viajes del sistema publico en el AMBA, el único presente en la gran mayoría municipios del conurbano y prácticamente irremplazable en términos de accesibilidad, universalidad, interconectividad, costo por pasajero y seguridad vial. Si hoy se perciben 717 mil pesos por bus-colectivo, pero la necesidad entre costo operativo e inversión para mantener la seguridad y frecuencia es de un millón de pesos por vehículo al mes, ¿cómo hacen los operadores para prestar servicios con casi 30% de brecha entre ingresos y costos? La respuesta: dejar de renovar unidades, con menos mantenimiento y frecuencias reduciendo casi a cero sus márgenes de ganancias. De esta forma se equilibran los recursos ofertados en la calle con los ingresos que se disponen, afectando así a los usuarios que deberían tener mejores servicios.

Es necesario entender los costos y los precios reales de esta actividad, incluso para entender si realmente es “mucho” o “poco” lo que se invierte en compensaciones a los servicios que se prestan. El transporte de pasajeros es un servicio publico regulado, con alto impacto social y es un medio insustituible con mano de obra e inversión intensiva, con un tercio de sus insumos dolarizados. El Estado no ha dejado de aplicar penalidades por incumplimiento de servicios, pero al mismo tiempo no ofrece las condiciones económicas y financieras apropiadas para que los mismos se presten. Esta contradicción, y su prolongación en el tiempo solo atraerá más perjuicio a los usuarios. Hay sobradas experiencias respecto a lo que ocurre cuando decaen las inversiones en los servicios públicos. En marzo de este año se volvió a romper un récord de viajes durante la pandemia llegando al 65% promedio de usos en situación pre Covid, de modo que en 2022, que es la expectativa de superación de la actual crisis sanitaria – vacunación mediante- nos acercaremos más a los niveles anteriores a la pandemia y seguiremos necesitando un sistema de transporte accesible y eficiente para todos. Tal cosa podrá ser realidad siempre y cuando queden unidades en condiciones de circular.

*Gerente de relaciones técnico-institucionales de Grupo Metropol y vicepresidente de AAETA