Néstor Kirchner, como Ministro de Economía, tiene para el futuro peores ideas que las ya conocidas. Hace unos días, por ejemplo, volvió a perder los estribos cuando verificó que la fuga de capitales era por goteo pero sostenida y que el Banco Central perdía reservas con gradualismo pero sin recuperarlas.
En la lucha oficial por domar a un dólar que se ha vuelto más confiable que el Gobierno, Kirchner empezó a recorrer el previsible rumbo de control de cambios, de tan triste historia local y con tan nefastos antecedentes en la Venezuela de Chávez.
Kirchner, tal vez con razón, se había enojado con los datos. Por ejemplo: sólo en octubre, los depósitos totales -cajas de ahorro, cuenta corriente y plazos fijos- cayeron en 3.000 millones de pesos. En una semana, el dólar se había revaluado abruptamente un 10%. Entre abril y septiembre, la fuga de capitales privados sumó 14.200 millones de dólares. Y el Central habría llegado a vender 3.000 millones de dólares hasta octubre.
El ex presidente adoptó entonces una visión casi policial del mercado: llamó al vigilante Guillermo Moteno y lo mandó a hacer un control cambiario de facto, mientras estudiaba -y estudia- su posible desdoblamiento y un eventual "doble control" que incluiría el cierre de las importaciones. Hasta pensó en un feriado bancario. Ya con las primeras amenazas a empresas y operadores, el dólar bajó.
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(*) Editor de Economía de la Revista Noticias.