De un tiempo a esta parte dejaron de aparecer noticias sobre el cierre de frigoríficos y el despido de operarios del sector. El gran aumento de la carne en el mostrador de fin de 2009 y 2010 quedó atrás, y las siguientes actualizaciones de precio se vieron relativizadas por las de otros productos, al punto que cotidianamente se escucha la frase “la carne está barata, en comparación”.
Aun más: en el primer semestre se produjeron 1,38 millones de toneladas equivalente res, o sea, 10,1% más que en el mismo período de 2012, de acuerdo con datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva). Con ello, el consumo interno aparente fue de 61,3 kilos de carne anuales, lo que le habría permitido a la Argentina recuperar el primer lugar mundial en ingesta de carne vacuna, perdido frente a Uruguay en los años previos, cuando a la industria frigorífica y el consumo locales les llegó el impacto del gigantesco proceso de pérdida de rentabilidad y liquidación de vientres que había atravesado la ganadería en 2008 y 2009.
El problema más serio que enfrenta el sector, y que otra vez no se ve en simultáneo porque tiene efectos diferidos, es la matanza de animales jóvenes y hembras. Vaquillonas que podrían dar varios terneros. Matrices que lleva dos años volver a fabricar de cero, por lo bajo: nueve meses de gestación y 15 meses hasta poder tener un entore precoz, que normalmente recién se da a los 24 meses, cuando la mayoría de las vacas alcanzan los 250 kilos necesarios.
Los datos del sector avalan estas impresiones. La producción de carne creció 10,1% interanual en el primer semestre, pero la faena creció 12,3% en ese período. Esto ocurre porque el peso promedio de los animales que se faenaron este año fue inferior: 4 kilos menor (de 227,4 a 221,4 kilos por carcasa). Esa carne, multiplicada por los animales liquidados (6,2 millones), da casi 25 millones de kilos que podrían haberse comido si los animales se hubiesen faenado con el peso del año pasado.
“La tendencia declinante en el peso promedio de los bovinos faenados se origina en una reciente participación de las categorías de hacienda liviana en la faena total y una menor participación de los novillos”, consignó el Ipcva.
Según la entidad, en junio de 2011 los novillos representaban el 27% de los vacunos que se faenaron, y los terneros y terneras sumaban el 25%. Dos años después, la participación de los novillos cayó al 20%, mientras que la de los terneros y terneras trepó hasta superar una participación del 28% (ver gráfico 3).
Así, sostiene el Ipcva, “la suba interanual de la producción de carne vacuna observada al comparar los segundos trimestres de los años 2012 y 2013, cercana a 80 mil toneladas res con hueso, está explicada por la suba en la producción de carne bovina proveniente de categorías livianas de consumo y por el alza en la producción de carne de vacas, que estuvieron en el orden del 13% y el 15% respectivamente.
En sentido contrario se comportó la categoría novillos, cuya escasez de oferta es la más marcada entre todas las categorías de hacienda, que recortó su volumen de carne en aproximadamente el 3,6% en relación con el mismo período del año anterior”.
Para la cámara de frigoríficos Ciccra, que realiza mensualmente un informe sectorial, en julio se cumplieron 16 meses de que las hembras motorizaron la expansión de la actividad frigorífica, y “por noveno mes consecutivo, la participación de las hembras en la faena total se ubicó próxima al valor crítico de 43%”.
Puré de carne. ¿Por qué el ganadero está mandando tanta vaca y animal joven a faena? Básicamente, porque no confía en el futuro inmediato ni en el de mediano plazo.
El dólar de exportación está muy retrasado del que determina los aumentos de sueldos. Esto, que complica a tantos sectores, tiene mucha incidencia en los frigoríficos, con obra intensiva. Lo mismo les ocurre a las avícolas. La inflación ha hecho que los precios en el país se hayan vuelto más interesantes que en otros mercados externos, a los que también hay que descontarles el 15% de retenciones