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Jueces obsoletos, un problema estructural en Estados Unidos

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En sus últimos años como juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, el viejo Thurgood Marshall, el primer afroamericano elegido para el puesto, decía sentirse solo y marginado. Sus colegas defensores de los derechos civiles habían sido desplazados por los conservadores de la administración Reagan. Pero él seguía allí, con 83 años y una frase de cabecera con la que alentaba a sus jóvenes asesores: “Si me muero, ¡enderézenme y sigamos votando!”.
La edad del juez Thomas Griesa (83 años) expone un fenómeno de alcance más general en los Estados Unidos: la ancianidad de los magistrados es un problema estructural de la Justicia estadounidense. A diferencia de lo que ocurre en las cortes estatales, donde los titulares ocupan sus puestos por períodos fijos o tienen un plazo máximo de jubilación, los jueces federales de las cortes de distrito, como Griesa, tienen cargos vitalicios.
A fines del siglo XVIII, la Constitución les concedió ese atributo como una garantía de independencia judicial. El asunto es que, doscientos años después, la esperanza de vida de los magistrados duplica o triplica la de 1787.
En un artículo titulado “Los tribunales más viejos de la historia”, la revista digital estadounidense Slate recogió una serie de descriptivas estadísticas. Alrededor del 12% de los jueces federales de distrito tienen más de ochenta años. En 2011, once jueces federales tenían más de noventa, en comparación con los cuatro que había veinte años atrás. El número de octogenarios y nonagenarios se duplicó en las últimas dos décadas.  El caso más extremo fue el del juez Wesley Brown, de Kansas, designado en tiempos de John F. Kennedy, quien ocupó su cargo hasta que murió, a los 104 años, en 2012.
El riesgo de senilidad en personas que administran justicia es visto como un problema incluso por algunos de sus colegas. Según el blog judicial de The Wall Street Journal, Jack Weinstein, juez federal de Brooklyn, sugirió modificar los códigos de ética del Poder Judicial para que los magistrados informaran sus problemas de salud. El juez Boyce Martin opinó que sus veteranos compañeros deberían someterse regularmente a pruebas mentales y físicas. Griesa es sólo uno entre muchos jueces octogenarios. La diferencia es que él tiene en sus manos el futuro próximo de la economía argentina.