El haber sostenido el conflicto con los holdouts tantos años ha alimentado la diferencia sustancial en el costo de financiamiento entre Argentina y los demás países en desarrollo.
Tras el acuerdo con los grupos más beligerantes de holdouts, la Argentina puede volver a los mercados internacionales, permitiéndole obtener financiamiento en condiciones más favorables ya que mejorará la calificación de crédito; las agencias Fitch y Moody’s, de hecho, ya adelantaron que así lo harían una vez que se retomen los pagos suspendidos de los canjes. El riesgo país, concretamente, se redujo casi 300 puntos básicos desde los 800 que promedió en los últimos años y está convergiendo al promedio de los emergentes, que actualmente se ubica en 420 puntos básicos.
En línea con esto, se reduce el costo de endeudamiento para las empresas, permitiéndoles eventualmente financiar sus operaciones a menor tasa. Con el mercado internacional vedado, las compañías han tomado mayormente crédito interno o utilizado capital propio.
De esta forma, se elimina uno de los grandes limitantes de los últimos años para el desarrollo. Si el país dejara de ser considerado de “frontera” para pasar a formar parte de los “emergentes”, los fondos de inversión dedicados a ese grupo de países deberán recomponer sus carteras tomando posiciones en la Argentina. De esta forma, el panorama bursátil y financiero para nuestro país en el mediano plazo es suficientemente alentador. Aunque estos factores ya están incluidos en el precio de los activos, dado que los acuerdos se fueron gestando paulatinamente y las correcciones se están anunciando con una perspectiva gradual, todavía hay margen para que se generen mayores beneficios.
Sin embargo, en lo que hace a la inversión real, el panorama es un poco menos claro. Si bien las medidas adoptadas por el nuevo gobierno tienden a normalizar la economía, sus efectos serán visibles, como pronto, recién en la segunda mitad del año. La actividad económica lleva cuatro años prácticamente estancada, con fluctuaciones propias del ciclo, pero promediando una tendencia plana. Por supuesto, esto no genera ningún incentivo a la inversión para ampliar capacidad productiva si la demanda está estancada. Asimismo, la persistente aceleración inflacionaria minó cualquier decisión de hundir capital para recibir retornos futuros.
Aun si el plan de estabilización inflacionaria fuera exitoso, sus beneficiosos se empezarán a sentir recién hacia fin de año y más sostenidamente en 2017. Con lo cual no genera un cambio inmediato en los incentivos a invertir. Es esperable que la recomposición salarial que generen las paritarias en un año de desaceleración inflacionaria permita dinamizar la demanda, lo cual podría ser un estímulo a futuro. Pero la inversión real, en el corto plazo o de manera inmediata, sólo podía verse estimulada a través del rubro importación de equipo durable. Quitando las desmedidas trabas comerciales que, a los efectos prácticos impedían la compra de insumos industriales, se podría haber generado un incremento en la inversión real relativamente rápido, permitiendo agilizar los procesos productivos y comerciales frenados. No obstante, de acuerdo con empresas importadoras, el nuevo sistema de registro de comercio exterior estaría también generando dificultades operativas.
Por lo tanto, las mejores perspectivas para Argentina tardarán en verse reflejadas en el sector real, es esperable que tengamos primero reacciones positivas en el mercado financiero. Es ésta, sin embargo, una oportunidad para quienes cuentan con capital suficiente para aprovechar el contexto actual para posicionarse y esperar la reactivación para recibir los primeros retornos.
*Economista.