La semana pasada fue la peor en la larga relación entre el Gobierno y la familia Eskenazi. En menos de cuatro días se convirtieron en el nuevo enemigo del modelo, y hasta Amado Boudou los acusó como se estila con Clarín de monopólicos y de usar conductas de la dictadura.
El balance empeoró con los días: el ministro de Planificación, Julio De Vido, hombre clave en la relación, no logró ni una promesa de la empresa para bajar el precio mayorista del gasoil, y la Presidenta no desautorizó, al menos, la expansión del secretario de Comercio sobre el caso.
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