Desde las once en Cancillería comenzó un nuevo round negociador del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur para llegar a un compromiso político esta semana en Buenos Aires.
Antes de dejar el CCK, donde participó de la apertura del Foro de Negocios que Argentina organizó en el marco de la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el ministro de Producción, Francisco Cabrera, reiteró que se espera "que se cierre en los próximos dos días días".
"Estamos en las últimas discusiones. Se analiza si entran mermeladas o galletitas", dijo. El Viejo Continente presiona para que se incluyan además, productos como vinos, aceites de oliva. "Las últimas negociaciones fueron por la denominación de origen", confirmó desde el sector privado Daniel Funes de Rioja, presidente de Copal.
Según fuentes de la negociación, en cuanto a acceso a mercado, si el acuerdo cubre el 90% de los productos, "la discusión ya es sólo por un punto, entre 89 y 90%". Uno de los puntos sobre los que sigue el toma y daca entre los bloques son los plazos en los que se bajan los aranceles: si la mayor cantidad de 'canastas' de productos lo hacen en 15 o 10 años".
"Somos cuidadosos con la industria porque tiene menor productividad que la europea", aseguró Cabrera, para quien es mayor el efecto en inversiones, lo que garantizará "impacto positivo en el empleo".
El Gobierno entiende que con las medidas que encaró como la baja de impuestos, mejora de infraestructura, costos burocráticos y evitar prácticas monopólicas, la Argentina estará en condiciones de competir cuando se terminen de bajar los aranceles. En ese escenario, el sector privado argentino debería estar en condiciones de competir con Europa entre diez y quince años desde que el acuerdo entre en vigencia. Si se firma ahora o en Brasil la semana que viene, en el marco de la Cumbre del Mercosur, habrá un año de afinar la letra chica y después dos años para que lo aprueben los parlamentos.