Son tres casos de empresas, dos metalúrgicas y una electrónica, que recibieron el mensaje de que había que reconvertirse, o “transformarse”, según el léxico oficial, para competir en la nueva Argentina. Sin embargo, a la hora de llevarlo a la práctica, coinciden en que no está claro cuál es el camino oficial.
Herrajes. Andrés Capriati, de la Cámara Argentina de Fabricantes de Herrajes, cuenta que su sector fue uno de los primeros en recibir el mensaje. “En febrero nos dijeron que los empresarios somos gente con imaginación y que teníamos que pensar la forma de reconvertirnos. Si reconversión quería decir comprar máquinas con mejor tecnología, aumentar capacidad instalada, la superficie de las industrias, exportando, lo estabamos haciendo”, relató el titular de la firma Mercomac. “Con el paso de los meses nos fuimos dando cuenta de que el significado no era ése. Después surgió un borrador sobre modelos de industrias, el “Plan Australia”. Llegó el caso de la electrónica y la invitación a sacar líneas de producción, suspender a gente y ver qué se hace con los trabajadores”, detalló.
Según relata Capriati, desde el Gobierno lo instaron a pensar “medidas paraarancelarias que estén en el marco de la OMC” para protegerse de las importaciones. “Pedimos licencias no automáticas y nos dijeron que no. Se pidió tomar el modelo como el de Brasil, que exige a los importadores tener un socio local. Y nos dijeron que no podía ser, pero que busquemos otro modelo”, cuenta.
Computadoras. “Tratamos de encarar otras cosas, dispositivos médicos e impresoras 3D, diversificando los posibles distintos negocios”, cuenta por su lado Luis Szychowski, presidente de EXO, empresa dedicada a la fabricación y venta de computadoras, que sufrirá la baja de aranceles del 35% para notebooks y computadoras a partir de marzo, aunque todavía negocia con el Gobierno que se dejen las PCs afuera de la ecuación. Es otro de los que tomó el mensaje reconversor y busca una salida, incluso desde antes del cambio de Gobierno, porque transformarse lleva tiempo. “Hace dos años empezamos con los dispositivos médicos. Esperamos la aprobación de ANMAT. La impresora tiene 15 meses de desarrollo porque no queríamos estar dependiendo sólo del volumen de computadoras”, concede. Hoy la competencia es feroz. “Hay empresas que están vendiendo a pérdida para liquidar los stocks. Hay pocas ventas. La gente cree que en marzo va a ser todo más barato”, agrega Szychowski. “Nos acercamos al INTI para preguntarles si hay algo que se pueda producir en el país con esta tecnología”, detalla. “Todavía no tuvimos respuesta”.
Bulones. Aldo Lo Russo es el dueño de Taller Baigorria, una empresa de bulonería y tornillería. “Nos sugirieron buscar otros negocios, no dentro de lo que estamos haciendo”. La empresa, incluso, exporta. Más allá de la sugerencia inicial, no recibió recomendaciones para ver hacia donde redefinirse. “Las máquinas para hacer bulones solo sirven para hacer bulones”, dice. Con ese mensaje, se cuestiona: “¿Hay que liquidar las máquinas, comprarse un campo y hacer soja?”.