Es imposible aún determinar cual será el desenlace final del "efecto jazz", como llamó la presidente Cristina Fernández de Kirchner a la crisis financiera internacional: los mercados se desploman durante una semana entera, después experimentan una recuperación vertiginosa, y luego vuelven a caer.
Ya se sabe, sin embargo, que el impacto sobre la "economía real" será profundo: las industrias argentinas temen un aluvión de importaciones y caída en las ventas, por lo que comenzaron a producir menos y peligra la situación de 80.000 trabajadores, según informó el diario El Cronista Comercial.
La crisis afectará a los sectores de la industria automotriz, textil, alimenticia, frigorífica y del calzado. El mayor parate será para la construcción, que tiene 60 mil obreros suspendidos, ya que el Gobierno puso un freno a la obra pública mientras evalúa el impacto de la debacle y la situación de sus cuentas.
"La obra pública recién recuperará impulso el año que viene", declaró a El Cronista Gerardo Martínez, titular de la Unión de Obreros de la Construcción de la República Argentina (Uocra). El sindicalista destacó, sin embargo, que el sector privado "hasta ahora no se vio afectado por la crisis".
Otra industria afectada es la automotriz, un sector muy vulnerable frente a la crisis global, ya que se teme que los países productores aumenten sus exportaciones para impulsar sus economías. La primera ronda de suspensiones ocurrió la semana pasada, cuando Iveco, del Grupo Fiat, dio licencia de un día y medio a 900 operarios de su planta cordobesa.
Asimismo, está anunciado para fines de este mes un paro de producción de General Motors que afectará a 2500 trabajadores de su fábrica de General Alvear, en Rosario, quienes cobrarán la totalidad de sus haberes mensuales, según aseguró El Cronista Comercial.
Además de las suspensiones temporales, varias empresas toman también medidas que apuntan a la baja de producción, como adelantar vacaciones, cerrar turnos de trabajo, y diferir jonadas laborales (suspender trabajo ahora y devolver los días perdidos más adelante).
El Gobierno, por su parte, planea una serie de medidas para proteger la industria argentina ante un posible aluvión importador y preservar los puestos de trabajo.
Por ejemplo, las licencias de importación, un trámite que hoy lleva sólo 48 ó 72 horas, podrán demorarse si se detecta una llegada de productos excesiva que pueda afectar la producción local, anticipó el secretario de Industria, Fernando Fraguío, al diario La Nación.
También se aumentará la coordinación con Brasil para evitar que una avalancha de productos asiáticos produzca competencia desleal en la economía regional. Se buscará asimismo un acuerdo del Mercosur para que ningún país afecte a otro con su producción, como el acuerdo que ya existe entre Argentina y Brasil para autolimitar las ventas.
Por último, se aplicarán más estrictamente los controles de importación sobre cuestiones sanitarias y de seguridad y se estudia una reforma a la ley de Compre Argentino para que se aplique de verdad en todas las jurisdicciones, explicó Fraguío a La Nación.