ECONOMIA
LA ERA DEL REDONDEO

Por la inflación, la gente rechaza las monedas más chicas

Tienen poca aceptación porque “no tienen poder de compra”. Circulan menos porque a los bancos les cuesta más acarrearlas.

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Con un cartel de estilo “se busca”, digno de un western clase B, un supermercado chino de Villa Crespo ofrece pagar $ 100 en billete a quien le entregue $ 97 en monedas. Se trata de una postal de la falta de monedas 2013, que por un lado se debe a que los bancos entregan pocas “chirolas” y, por otro, a que la gente cada vez quiere menos las de denominación más baja, porque por la inflación tienen muy poco poder de compra.

A diferencia de las épocas previas a la tarjeta SUBE, cuando en la Ciudad y Gran Buenos Aires no se podía viajar sin monedas, el problema ahora es que “se cortó el circuito de recirculación de las monedas”, según explicaron desde una empresa vinculada al transporte de caudales.

Según los datos del Banco Central, circulan –al 17 de mayo, según el último informe de billetes– unos 7.602,3 millones de monedas, de las que el 35% corresponde a monedas de 10 centavos, el 16% a las de un peso y el 13% a monedas de 25 centavos. Además, según el Central, siguen en circulación unos 406 millones en monedas de un centavo y 1.262 millones de unidades en monedas de 5 centavos.
A pesar de que abundan las de menor denominación, las más chicas ya no son relevantas porque “compran poco o nada”. Antes, toda moneda contaba a la hora de completar el precio de un pasaje y eran “un mal necesario”. Ahora, pesan en los bolsillos y billeteras y los precios se redondean. Signo de los tiempos inflacionados, en los kioscos se aceptan caramelos no ofrecidos en lugar del vil metal y ni siquiera los taxistas esperan el “cambio chico”.

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Los bancos, además les explican a los comerciantes que reclaman monedas en las ventanillas que, desde que circula la tarjeta de pago electrónico para el transporte, los bancos no están presionados para entregar cambio y, en el mejor de los casos, distribuyen monedas de $ 1 y 2. Sin la exigencia de la autoridad monetaria y con un costo de transporte más caro para el acarreo de monedas, las entidades dejan de lado los pequeños metales.

“La sensación es que los bancos no disponen de las monedas”, analizaron en el segmento encargado de su circulación. Con una inflación por arriba de, al menos, el 20% en los últimos cinco años, y materias primas en alza, el valor de la moneda fue cediendo hasta que, en algunos casos, la cotización del metal supera el monto nominal que representa. Según un cálculo del economista Lucas Llach, una moneda dorada de 25 centavos valdría, de acuerdo con la cotización internacional del cobre y aluminio que la componen, unos 38 centavos.

Los especialistas aclaran que como se trata de aleaciones de metales, las monedas son difíciles de separar y marcan como “leyenda urbana” la posibilidad de que puedan fundirse por sus componentes. “Habría que separar los metales y hay pocos que puedan hacer eso. Generalmente no se encuentra el metal al 100%”, explicó uno de los coleccionistas que forma parte de la feria El Ombú de Parque Rivadavia. Los numismáticos reconocen, en tanto, que ellos acopian “toda moneda que llega a sus manos”, para luego revisar en catálogos como el de Carlos Janson los errores, defectos de cuño o variantes que puedan darle al círculo de metal un valor extra.

Las monedas de curso legal no pueden negociarse, aunque esto no impidió que algunas ediciones conmemorativas llegaran a ofrecerse en sitios de internet, como también pasó con los primeros billetes de Evita.