Por estas horas habría que preguntarse, si la política económica que se supone que implementará el próximo gobierno, contribuye a generar condiciones favorables para que el Banco Central intervenga nuevamente en el mercado comprando dólares.
Antes de intentar responder, debe señalarse que existen condiciones de base que, aún dejando de lado la situación de
los mercados internacionales de capitales, son favorables para que dicha intervención.
Estas son en primer lugar, el importante superávit comercial cuya continuidad se proyecta para el año.En ello pesa el aumento de los precios y del volumen de los principales commodities de exportación de Argentina.
Los precios de los cereales y oleaginosas siguen aumentando en los mercados internacionales. La contribución de estos factores permite alcanzar altos superávit en la cuenta comercial del balance de pagos pese a que las exportaciones netas de petróleo y gas se reducen, y aumenten las importaciones de la mano del crecimiento del nivel de actividad económica y del aumento de los costos internos en dólares.
En segundo lugar, porque se sigue proyectando un superávit fiscal sin necesidad de financiamiento monetario del Banco Central.
En tercer lugar, porque pese a la relativamente alta tasa de inflación y a la consiguiente apreciación del peso en términos de dólares, no se perciben condiciones para que el mercado apueste a ajustes cambiarios.
En cuarto lugar, el contexto financiero internacional continua favoreciendo el flujo de fondos hacia los mercados emergentes. El proceso de superación de la crisis generada por las hipotecas subprime y la expectativa de reducción de las tasas de interés en los mercados financieros internacionales son noticias favorable para Argentina.
La demora en la concreción del acuerdo con el Club de París y los reclamos de los "hold outs" sin respuesta del Gobierno, no son en sí mismo suficientes para frenar el flujo de capitales hacia el país como surge de la experiencia de 2005 al primer semestre de este año.
No obstante lo anterior, el Gobierno debe tomar medidas para consolidar el marco que permite evitar la salida de capitales y
evitar así su impacto sobre el nivel de actividad a más largo plazo.
Con una tasa de inflación del orden del 15-20%, mantener tasas de interés negativas en términos reales como ocurrió durante gran parte de los últimos años, sólo es posible con expectativa de devaluación respecto del dólar significativamente por debajo de la tasa de inflación.
Esto es lo que efectivamente ocurrió en los últimos años, aunque la tasa de inflación real era inferior a la observada
actualmente.
Por ello, el gobierno debe despejar las incertidumbres sobre posibles saltos en el tipo de cambio y/o ajustes cambiarios para mantener el tipo de cambio real respecto del dólar. Como estimamos que no se seguirá ninguna de estas dos opciones, suponemos que este aspecto quedará clarificado cuando el próximo Gobierno anuncie el programa económico.
Una política de tipo de cambio relativamente estable contribuirá a que vuelvan, a que se acelere el proceso de liquidación de divisas de operaciones de exportación, se utilice el financiamiento para importaciones e ingresen capitales al país.
De todos modos, en comparación con lo ocurrido en 2006 y a comienzos de este año, el menor superávit comercial, las restricciones a los movimientos de capitales, la manipulación de los índices de precios y tasas de interés negativas en términos reales permiten prever que en 2008 la intervención del Banco Central en el mercado de cambios comprando dólares será inferior a la de los periodos mencionados anteriormente.
No obstante lo anterior, a más largo plazo si el tipo de cambio se rezagase en forma importante respecto del dólar por efecto de la aceleración de la tasa de inflación, se volverán a crear expectativas de futuros ajustes cambiarios que incidirán
en la demanda de pesos.
Por ello, atacar el problema inflacionario debe ser hoy la prioridad de la política económica del próximo gobierno también para darle continuidad al proceso de acumulación de reservas.
* Ex-secretario de Política Económica