Ninguna petrolera esperaba que 2016 fuera el año del rebote, pero los precios bajos provocaron ajustes en todas las empresas. De símbolos de prosperidad pasaron a rescates gubernamentales, ventas de acciones o fuertes ajustes de personal, que han sido la forma de responder a las pérdidas reportadas en el último año. Todas han afinado sus estrategias, pero el común denominador es el cese de sus inversiones.
La última en la lista fue Pemex, estatal mexicana cuyo pasivo ya alcanza US$ 190 mil millones y perdió otros US$ 20 mil millones en 2015, lo que provocó la elaboración de un eventual plan de salvamento que incluye capitalización y la mejora de su régimen fiscal, pero implícito también comprende un fuerte ajuste con recortes masivos.
No es la única con esos planes. Esta semana, la petrolera brasileña Petrobras anunció que recortaría al 30% del personal ejecutivo para reducir costos, adaptarse al colapso de precios y reducir la influencia política que llevó a la compañía a estar inmersa en un gigantesco escándalo de corrupción.
En Arabia Saudita, estudian vender parte de las acciones de las filiales de su petrolera Saudi Aramco, lo que atraería fondos mediante la comercialización de sus activos. Con ello persigue acabar con proyectos de alta rentabilidad y obstaculizar los avances de Rusia, quien enfrenta serias dificultades económicas internas, pues aún si quisiera recortar su producción en 5% como piden los árabes, también tienen complicaciones técnicas: cerrar un pozo en Siberia implica o bien perderlo o que reabrirlo sea un dolor de cabeza.
El rompecabezas también incluye a las petroleras americanas que se enfrentan a problemas legales para convenir en recortes con otros productores dadas sus leyes antidumping.
“Con el tiempo los precios subirán, pero ahora tienen un techo porque un aumento estimularía las inversiones en fracking en Norteamérica”, explicó el experto petrolero, José Toro Hardy.
De momento, la peor parte se la han llevado BP y Shell. La primera por los elevados costes del vertido en el Golfo de México en 2010, lo que ha acarreado que debiera desprenderse de fuertes activos, y la segunda que en 2015 reportó una ganancia neta de apenas US$ mil millones.