Con pocos pases de factura al Gobierno –salvo en el capítulo tarifas y la persistente caída de la actividad–, varios reconocimientos al intento de bajar la inflación o la eliminación del cepo, los empresarios que desfilaron por el habitual encuentro anual del Council of Americas, sin embargo, esperan más precisiones sobre cómo seguirá la macroeconomía para definir inversiones. Así, el cronograma volvió a correrse del fallido segundo semestre a marzo del año próximo.
“Es muy probable que a mitad del año que viene ya se vea una recuperación más consolidada”, sostuvo Gustavo Weiss, vicepresidente de la Cámara de la Construcción, para quien en ese momento podrían recuperarse definitivamente los cincuenta mil puestos de trabajo que se perdieron en los últimos años en el sector. “El blanqueo puede ayudar mucho al sector, pero en general son procesos que van a demandar al menos un año”, agregó.
Desde el sector financiero, Gerardo Mato, chairman para banca global de América Latina de HSBC, reconoció que “los inversores están esperando que haya números claros sobre los costos de la energía para invertir” pero ponderó que “hoy hay interés en invertir porque se valora la forma en la que se salió del default”.
El ministro de Producción, Francisco Cabrera, negó que la falta de precisión del cuadro tarifario de energía, afecte a las potenciales inversiones. “Son decisiones de largo plazo y las inversiones ya están llegando”, destacó acompañado por el titular de la Agencia de Promoción de Inversiones, Juan Procaccini, quien prepara un foro empresarial para el 15 de septiembre.
Para el titular de la Cámara de Exportadores, Enrique Mantilla, las perspectivas para el año se mantienen en sólo US$ 58 mil millones de ventas al exterior, con una demanda internacional que no tracciona, con énfasis de Brasil. Con él coincidió Daniel Indart, presidente de Fadeeac (empresarios de transporte de cargas), quien detalló que en algunos sectores la actividad cayó hasta el 50%, en particular los vinculados al socio mayor del Mercosur.
El mensaje positivo permeó el discurso de todos los funcionarios del Gobierno. El salón principal estaba completo desde la primera hora de la mañana, donde disertó el jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien reconoció que “hay que definir el modelo de producción de la Argentina”.
Pero todos esperaban el cierre, a cargo del ministro de Energía, Juan José Aranguren, que canceló una hora antes de su participación. “Cuestiones de agenda”, argumentaron en su entorno. Y si bien se esperaba algún comentario sobre cómo podría quedar el nuevo cuadro tarifario del gas, el evento en el Hotel Alvear representó para muchos una oportunidad de agendar nuevos encuentros con los funcionarios con los que ya tienen buena relación. A diferencia de años anteriores, donde la relación con el Gobierno kirchnerista era más tensa, la reunión del jueves pasado se asemejó más a un evento social.
Nueva era. “Creo que la principal diferencia entre el año pasado y éste es que ahora hay mucha participación, hay un clima de mayor optimismo y hay más diálogo entre los distintos sectores que han venido hasta el lugar”, sostuvo por ejemplo el supermercadista Alfredo Coto. Un año atrás, Macri había centrado su discurso en normalizar el Estado, la macroeconomía, y transparentar la gestión.
“La reunión del año pasado estaba teñida por la campaña presidencial, y en el sector de los empresarios había mucho temor sobre lo que podía pasar”, recordó el economista Miguel Kiguel, hoy abocado a generar contactos con posibles inversores desde la actividad privada.