Casi simultáneamente con operativos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) en procura de cerrar el cerco al trabajo esclavo en la actividad rural, lejos de la Capital Federal, en parajes productivos y alejados de los centros urbanos, a apenas tres kilómetros de la Plaza de Mayo, en talleres textiles cientos de trabajadores son reducidos a servidumbre.
Al menos diez de esos talleres clandestinos que funcionan en la actualidad fueron identificados, están en la mira de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, pero llamativamente aún nadie encaró acciones contundentes contra esa actividad delictiva y denigratoria de la calidad humana.
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