ECONOMIA

Un acercamiento a Fondo

Las claves del retorno del organismo al país.

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La imagen no pudo ser más lapidaria: tras el anuncio de la colaboración del Fondo Monetario Internacional en la confección de un nuevo índice de precios, el prestigioso ilustrador Sabat dibujó al ministro de Economía con los pantalones caídos. Pocas horas más tarde, Amado Boudou, molesto con el dibujo, ofuscado, intentó aclarar algo imposible de aclarar, si no es a través de la verdad sobre la reaparición de un organismo internacional demonizado mil veces por este Gobierno.

La noticia concreta es que el FMI vuelve al país con la imagen de institución experta en los menesteres estadísticos. Desde el pago de la deuda que se mantenía con el organismo por el ex presidente Néstor Kirchner (un poco menos de US$ 10 mil millones, cuyo cobro se exigía desde Washington) en el imaginario colectivo nacional se suponía que ya nada teníamos que ver con aquel ente internacional.

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Esa idea o, mejor dicho, esa fantasía nunca fue aclarada desde la Casa Rosada ni desde el Palacio de Hacienda. Durante años se vino demorando, incluso, el arreglo con el Club de París porque se buscó impedir, a toda costa, una intermediación del Fondo o bien un análisis por parte del Fondo de la veracidad de los indicadores en manos del Indec. Pero no sólo acerca de la inflación verdadera sino del resto de las cuentas nacionales, de los números reales del comercio exterior, del Presupuesto anual real o inventado.

Se trataba de un asunto serio: la intervención del gobierno en el Indec en enero de 2007, donde se terminó desplazando a cuadros profesionales y técnicos de valía, repercutió de mala manera en el hemisferio norte y era el latiguillo con el cual se recibía a todas las misiones oficiales argentinas. Los funcionarios del Gobierno se habían quedado sin argumentos frente a los reclamos de gobiernos, de organismos financieros y de inversores privados. Justo en un momento en el que el país requiere indispensablemente inversiones para poder ampliar la oferta para frenar todo lo posible un proceso inflacionario que llega al 25 por ciento anual.

Bien se sabe que ante la demanda y el consumo crecientes, las plantas fabriles no habían renovado equipos ni ampliado sus sistemas de producción. Y también se sabe que no puede haber inversiones en un país que carece de estadísticas públicas creíbles.

El prestigio del Fondo Monetario estaba por el suelo cuando irrumpió, entre 2007 y 2008, la crisis financiera internacional más grave desde el crack de 1929. Todos sus pronósticos habían sido equivocados. Sin embargo, en la primera reunión entre las naciones más poderosas del mundo tras el gran derrumbe, se decidió mantenerlo y, como si fuera poco, dotarlo de más fondo y de más poder. Fue un hecho rotundo, pero la Argentina le negó razón de ser. ¿Se puede nadar a contracorriente?

Ahora, con el pretexto de elaborar un nuevo índice de precios, el FMI podrá revisar todas las estadísticas que se le vedaban. A lo largo de un buen tiempo. Porque aunque el FMI carece de un cuerpo profesional capacitado para crear ese índice, si acaso lo tuviera, un nuevo relevamiento del consumo de hogares lleva un año y medio de trabajo intenso. Aparecen, de todas maneras, nuevos inter rogantes: ¿por qué lo debe hacer el FMI y no los excelentes especialistas en estadística que tiene el país, especialmente formados en las universidades del Litoral? ¿Por qué el ministro de Economía no dio a conocer el estudio sobre cambios en el Indec elaborado por las mejores universidades del país, ya concluido y solicitado oportunamente por ese mismo ministro?

El FMI puede alegar que ya realizó una faena similar, pero en una de las naciones en la que se dividió la ex Yugoslavia y en Ucrania, países que presentan problemas muy diferentes a la Argentina.

Tener un índice nacional es indispensable, es la columna vertebral de todo el sistema estadístico del país. Pero conseguirlo necesita de un proceso muy serio de coordinación entre las provincias y la Nación que demandaría varios años.

Conclusión: todo indica que este acuerdo con el FMI representa un acercamiento mucho más estrecho a todo el sistema financiero internacional que no estaba otorgando facilidades crediticias a la Argentina.