Una semana antes de la asunción de Mauricio Macri, el ministro de Economía, Axel Kicillof, y sus colaboradores más cercanos presentaron su renuncia en el directorio de YPF. Buscan, así, facilitar la transición con el equipo que lidera Juan José Aranguren, que estará a cargo del Ministerio de Energía y Minería. Se trata de un grupo de profesionales que en los últimos años confirmaron la pata energética de La Cámpora. Son Nicolás Arceo, vicepresidente de Administración y Finanzas, un economista que demostró capacidad para resolver un amplio abanico de temas ligados a la gestión cotidiana de la petrolera y que además se convirtió en una pieza clave al funcionar como vaso basculante entre el management y los técnicos del Palacio de Hacienda; Juan Donini, que asumirá como ministro de Economía de Alicia Kirchner en Santa Cruz; Patricia Charbay, otra economista que jugó un rol clave durante los primeros meses de la gestión Kicillof y luego fue perdiendo terreno; y Rodrigo Cuesta, director de Legales de YPF, que en los próximos días jurará como fiscal general en la Cámara Federal Civil y Comercial. La misma decisión tomó Doris Capurro, vicepresidenta de Comunicación y Asuntos Públicos de YPF quien enfrentada desde hace tiempo con Miguel Galuccio, presidente de la petrolera reestatizada, ayer presentó su renuncia indeclinable. “Fue un orgullo para mí ser parte de este equipo, como la única mujer y, adicionalmente, no petrolera. Y agradezco el apoyo y lo mucho que he aprendido de cada uno de ustedes”, se despidió Capurro en una carta enviada a su equipo. La posición de Kicillof, hasta ayer único director por las acciones Clase A del Estado, podrá ser ocupada por la persona que nombre Mauricio Macri ni bien entre en funciones. El reemplazo del resto es más complejo: habrá que ver si la Comisión Fiscalizadora designa nuevos directores en reemplazo de los salientes o si los accionistas llaman a asamblea para decidir nuevas autoridades. Galuccio, de buen vínculo con Macri, aún no tiene definido su futuro, aunque tendría garantizada la continuidad hasta la asamblea de accionistas que tendrá lugar en abril. El cambio de gobierno pondrá de bruces a YPF y al resto de las empresas petroleras frente a un destino que intentaron evitar durante ese año: el ajuste. Con la esperanza de que el precio internacional del crudo se recuperara en 2016, Kicilllof mantuvo desfasado el valor interno del barril –hoy se paga hasta un 80% más caro que en Estados Unidos– hasta el próximo 31 de diciembre. Sin embargo, en lugar de retomar una senda alcista, la cotización del Brent –la referencia para el comercio internacional– se hundió todavía más y la gran mayoría de los analistas avizora que el barril navegará en 2016 por la frontera de los 50 dólares.
Menos actividad. Con esa certeza, los productores locales de hidrocarburos han empezado a bajar el nivel de actividad, e YPF, la mayor petrolera del mercado, no escapa a esa situación. Acaba de poner en marcha un plan vacacional que implicará el parate del 10% de los equipos en actividad. La petrolera reestatizada emplea 175 unidades de torre, tal como se conoce en la jerga a las unidades de perforación, pulling y workover. YPF prevé dejar al menos 15 de esos equipos en stand by: es decir, a disposición de la empresa, pero sin operarios en las locaciones, según confirmaron a PERFIL fuentes cercanas a Guillermo Pereyra, líder del sindicato petrolero de Neuquén, que el jueves se reunió con Jesús Grande, vicepresidente de Upstream de YPF, y con Domingo Rocchio, director de Relaciones Laborales, los encargados de diseñar el recorte de actividad. Según ese esquema quedarán fuera de servicio al menos hasta mediados de enero cuatro equipos en Chubut y nueve en Neuquén (cinco de perforación y cuatro de workover). La medida afectará a un total de entre 800 y mil trabajadores.
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Ni los dólares propios La petrolera reestatizada ingresó vía deuda en los últimos meses dólares frescos a la economía argentina para financiar su plan de operaciones, que contemplaba la adquisición de dos plantas petroquímicas. Era una jugada estratégica para YPF, que apunta a expandirse en ese negocio para protegerse frente a la caída del petróleo. Sin embargo, la operación se cayó porque el BCRA no autorizó a la empresa que preside Miguel Galuccio a girar fuera del país un pago de US$ 122 millones por la adquisición de Petroken y Petroquímica Cuyo, la dos petroquímicas en cuestión. “Por motivos ajenos a las partes no se produjo el cierre de operaciones”, informó la petrolera, aunque no brindó mayor información al respecto. Sin embargo, fuentes del mercado de capitales confirmaron que se cayó la operación.
