Con el nuevo dólar oficial en torno a los $ 13,30 las empresas argentinas se abarataron y volvieron a ser atractivas para sus pares brasileñas, lo que puede reflotar la era de las compras por parte de compañías del país vecino, como ocurrió en la primera etapa del kirchnerismo. Ahora el foco está en los negocios que buscan asegurarse la cadena de abastecimiento y firmas en sectores estratégicos.
“La ventaja de la desvalorización del peso es que los activos argentinos valen menos en dólares de lo que valían antes de las elecciones. Argentina es un mercado atractivo para los empresarios de Brasil, y sólo dejaron de considerarla por la falta de seguridad jurídica, por la injerencia del gobierno en los negocios privados y por la imposibilidad de repatriar inversiones o enviar dividendos al país de origen”, explicó el CEO de la consultora de empresas Centergroup, Gustavo Segré. “Con estas cuestiones resueltas, descontamos que habrá fuertes inversiones brasileñas en Argentina en el corto plazo y que se podrá retomar el proyecto Mercosur de desarrollar industrias uniendo cadenas productivas”, explicó Segré.
En los últimos días, el frigorífico brasileño Minerva, por ejemplo, mostró cuál será esa tendencia. La semana pasada la empresa acordó una venta de acciones que le permitirá conseguir hasta US$ 400 millones, y con ese dinero buscará expandirse en mercados como el argentino, aunque también está dispuesta a ir por otros de la región, como Paraguay y Colombia. El interés de la compañía en el mercado local tiene que ver con que Argentina “está otra vez dentro del radar”, sobre todo luego de que el presidente Mauricio Macri anunciara la eliminación del impuesto a la carne vacuna, dijo su CEO, Fernando Queiroz.
Las consultas se basan en sectores complementarios y en alimentación. Así, las empresas brasileñas vuelven a la estrategia pre-cepo: la búsqueda de proveedores, aunque también a quiénes puedan venderles sus insumos industriales. Sin embargo, no sólo intentan comprar empresas sino también buscar socios.
“Hay consultas sobre acuerdos sin necesidad de inversión”, explicó Segré. Entre las áreas que habían trabajado en los últimos años en establecer “cadenas de valor” binacionales están las autopartistas y los proveedores para la industria de petróleo y gas, además de otros sectores como madera y muebles.
La caída del mercado interno en Brasil, además, alienta a las empresas a buscar nuevos horizontes. “No sólo a partir de la devaluación Argentina se vuelve más competitiva, sino que las empresas brasileñas, con su mercado deprimido, están buscando afuera”, apunta Mauricio Claverí, de la firma de análisis Abeceb.com, especializada en el Mercosur.
Desembolsos en picada
Hasta 2014, la inversión extranjera directa brasileña acumulada en el país llegó a US$ 4.600 millones. Casi la mitad correspondía a la industria manufacturera (US$ 2.100 millones), y como segundo punto están los servicios financieros y seguros, según los datos del Banco Central de Brasil. El récord de flujos anuales de inversión extranjera directa de Brasil hacia Argentina llegó en 2011 con US$ 1.159,3 millones, para caer el 40% un año después y mantener bajas del 30% al 40% en los años siguientes. El nuevo contexto brasileño y el argentino alientan el arranque de otra etapa.