“Fuimos permisivos, indolentes, si no conniventes”, dijo el empresario Adrián Werthein sobre el rol de los empresarios durante la década kirchnerista. Lo hizo al inaugurar la semana pasada su primer almuerzo como presidente del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (Cicyp). Lo escuchaba al lado el embajador de Estados Unidos, Noah Mamet, y un auditorio con muchos de los principales dueños de empresas de la Argentina, desde Alejandro Bulgheroni (PAE), Javier Madanes (Aluar) hasta Jorge Brito (Macro). “Nosotros no somos Báez, no somos Fariña, no somos Elaskar”, dijo, diferenciándose de los nombres asociados a las causas de corrupción que se investigan en torno al kirchnerismo.
—¿Por qué lo dijo?
—Porque no lo somos. No somos Báez, ni Fariña ni Ealskar, y muchas veces los medios los señalan como empresarios. Uno fue prebendario, como se está probando, y los otros dos no sé si pagaron alguna vez un sueldo. Por eso hice esa mención. Si bien es importante la retrospectiva a los efectos de que se establezcan las responsabilidades, tenemos que construir un futuro para los que no lo tienen. Una parte de la energía tiene que ponerse en la creación de empleo y buenas prácticas de negocios.
—Dijo “fuimos permisivos”. ¿Quiso decir cómplices?
—No, la complicidad no la usé porque no aplica en mi pensamiento. Cuando las reglas de juego no son claras y para ser funcionario público no te requiere capacitación, la falta de idoneidad promueve indirectamente la corrupción. Necesitás gente capacitada e idónea. No es sólo de los últimos doce años. Lleva tiempo. La corrupción es vieja. No de ahora.
—¿Todos los empresarios comparten esta autocrítica?
—Por los comentarios que he recibido, me parece que tiene una base de aceptación muy amplia, aunque nadie te va a contar si tiene un agujero en la media… Pero hay que rescatar a los que pueden generar empleo, hay que generar empleo y no subsidios.
—¿Esto es un espejo de la investigación que ocurre en Brasil, donde caen presos empresarios por coimas y cartelización de obra pública?
—No he tenido la experiencia de tener negocios con el Estado. Pero es un problema continental. Algunos países con menores o mayores causas públicas… pero es así. Necesitamos hacer autorreflexion y apegarnos a las normas.
—¿Imagina que en la Argentina se podría replicar un caso como el de Marcelo Odebrecht, el mayor constructor de Brasil que está preso?
—No lo sé, ni que sí ni que no. No lo sé. Tenemos que promover que la Justicia tenga las garantías para poder operar. Veo un ataque generalizado contra la Justicia que investiga a los funcionarios públicos. Un juez me decía hace un mes que la sociedad juzga a una velocidad que los jueces no pueden juzgar. La administración Macri, la Justicia y el Parlamento tienen que garantizar que la Justicia actúe.
—¿No es oportunista la autocrítica de la década kirchnerista ahora?
—No lo interpreto así. Hoy se respiran aires de libertad. No hay la sensación de que si vas a decir algo, te van a nombrar con apellido y nombre en cadena nacional, y la AFIP, por indicación de la máxima autoridad, te va a investigar. Hoy hay sensación de que podés hablar con libertad, más que algo oportunista.