La Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE) continúa promoviendo la reflexión y la producción de conocimiento en torno a los desafíos del sistema educativo en el contexto de pandemia. En esta oportunidad, lo hace con una segunda edición del libro "Pensar la educación en tiempos de pandemia", incorporando nuevas miradas y ampliando a Iberoamérica la posibilidad de compartir experiencias. Se trata del segundo volumen, coeditado por UNIPE Editorial Universitaria y CLACSO, de una serie dedicada al estudio de los efectos de la emergencia sanitaria en el ámbito de la educación.
La publicación, compilada por Inés Dussel, Patricia Ferrante y Darío Pulfer, se propone trazar panoramas globales de las tendencias más significativas, de orden cuantitativo y cualitativo, desentrañar las configuraciones y dinámicas concretas de los sistemas educativos de algunos de los países de la región y considerar una serie de problemáticas específicas de las realidades educativas.
Elaborado casi en tiempo real, el material recupera los procesos que se fueron dando al interior de las comunidades educativas. Con respecto al diagnóstico y a los distintos aportes para pensar el 2021, desde el suplemento educación dialogamos con a doctora en educación y compiladora de la obra reseñada, Inés Dussel sobre los aprendizajes y problemáticas más presentes en los sistemas educativos y la importancia de actualizar la formación docente.
-Cuando se lee acerca del impacto de la pandemia en la educación suelen aparecer dos enfoques: aquellos que ponen el acento en los cambios forzados que la pandemia provocó y otros que marcan la oportunidad para acelerar la incorporación de innovaciones que ya eran necesarias. En relación a estos interrogantes, ¿Dónde podríamos colocar a “Pensar la educación"?
El libro trata de pensar ambas cuestiones, no creemos que sean contradictorias. Por un lado, no hay duda de que la pandemia impuso muchos cambios en los sistemas educativos. De hecho, tenemos una inmensa mayoría de sistemas educativos en Iberoamérica que tuvieron que cerrar sus edificios escolares. Este fue un año muy particular, como no se vivía desde hace mucho. Al mismo tiempo, el libro quiere contribuir con propuestas e ideas respecto a la necesidad de aprovechar esta situación para poder repensar aspectos del sistema educativo. Esa aceleración no quiere decir necesariamente abrazar acríticamente la digitalización de la educación, sino poder pensar aspectos como la vinculación de las familias y de los estudiantes con las escuelas, el trabajo pedagógico que tienen que hacer las escuelas, por ejemplo, la importancia de mandar tareas -como si eso fuera lo único que se hace-, y también las dificultades para evaluar en este contexto. De nuevo, aquí aparece una discusión muy relevante respecto de si la escuela únicamente es un aparato de clasificación o promoción, o si la enseñanza incluye, pero no se reduce a la evaluación.
Estas son algunas de las reflexiones que abordamos, apegadas a contextos nacionales específicos con sus desafíos y sus deudas pendientes, con sus problemas y tradiciones históricas que, en muchos casos, se hacen mucho más difícil no abordarlos en este contexto porque se vuelven más presentes como, por ejemplo, la cuestión de las desigualdades.
-Todo este año la UNIPE viene generando reflexiones y estudios casi en tiempo real. Llegando al fin del ciclo lectivo, ¿Esta segunda edición de "Pensar...” tiene el objetivo de preparar a las autoridades y a los docentes para enfrentar el 2021 con más herramientas?
El tener buenos diagnósticos nos permite actuar mejor con lo que viene. Más allá de que lo que viene es tan impredecible como lo que pasó todo este año que no estaba en ningún plan, y hubo que adaptarse a eso. En este sentido, el recorrido de 2020 nos pone en mejores condiciones para pensar el 2021. Sabemos que el 2021 seguirá siendo difícil. Es importante decir que las escuelas no cerraron, sino que cerraron los edificios escolares. La escuela siguió trabajando con los docentes enseñando y los estudiantes demandando la actividad de las escuelas. No es un año perdido, fue un año difícil pero donde también pudimos ver y aprender otras cuestiones.
-En esta dirección, ¿Consideran que será necesario actualizar o complementar los contenidos de la formación docente en relación a los desafíos planteados?
Sí, hay que pensar en actualizar y reformular, incluso, los contenidos de la formación docente. Hasta hace poco, en muchos sistemas educativos, un estudiante de formación docente podía recibir su diploma sin haber tenido una experiencia virtual, sin haberla tomado como objeto de estudio, y está claro que eso no puede seguir así. Este es un contenido que tiene que estar, tiene que haber más conversaciones sobre cómo la experiencia virtual atraviesa el conjunto del curriculum, las distintas disciplinas y contenidos con los que se trabaja. Pero la única discusión no es sobre la digitalización, sino que tenemos que pensar qué dice esto sobre nuestras formas de trabajo pedagógicas, sobre la importancia de ciertas prácticas de lectura y escritura, y ciertas formas de trabajo colectivas en el aula. Por ejemplo, hemos visto que se recurrió al WhatsApp y se organizó una comunicación radial y no grupal.
Nos damos cuenta de que es muy importante para el trabajo pedagógico esa conversación entre los estudiantes, esa coconstrucción o producción colectiva de conocimientos, ver como lo hacen otras, otros. Poder apoyarse en esta conversación de múltiples direcciones que pasa en el aula, es un aspecto que vamos a revalorizar cuando volvamos a lo presencial. Me parece que ahí hay mucho para pensar respecto a las pedagogías que pudimos ver este año, en el que tuvimos que trabajar en condiciones muy distintas. Es importante que en la formación pedagógica quede claro esa dimensión técnica y de los soportes y artefactos, los libros de textos, los pupitres, el pizarrón, que en la escuela permiten ciertas interacciones y las plataformas digitales permiten otras.
Por eso es importante aprender de todo esto que pasó, para poder tener una formación mucho más plural y flexible que pueda trabajar en distintos contextos planteados para la formación docente en los año que siguen y, en este sentido, seguramente este año sea una bisagra para repensar muchos de los contenidos de la formación.