Pablo Domenichini es licenciado en Gestión de Procesos Productivos por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ). Fue presidente de la Federación Universitaria Argentina, secretario de Vinculación Tecnológica de la UNLZ y director nacional de Desarrollo Universitario y Voluntariado.
Desde hace más de un año asumió como secretario de Políticas Universitarias de la Nación, y a pocos días de concluir su gestión, Domenichini dialogó con el suplemento Educación acerca de las principales acciones desarrolladas bajo su mandato y los desafíos de la educación superior de cara al futuro.
A días de terminar su gestión al frente de la Secretaría de Políticas Universitarias, ¿qué evaluación hace de este período?
La gestión ha sido buena no sólo por lo que pudimos lograr, sino por la forma en que lo conseguimos. Para nosotros fue fundamental construir a partir del diálogo con todos los actores del sistema universitario. Debatimos ideas con todas las instituciones, tanto públicas como privadas, y entre todos marcamos algunos hitos de gestión en términos de planificación estratégica y coordinación que orientarán los próximos pasos.
Como reformista que soy, al igual que mis antecesores Albor Cantard y Danya Tavella, con quienes también comparto la militancia estudiantil como punto de partida de nuestra vida política y la experiencia de gestión universitaria previa a la llegada a la Secretaría, tuve como premisa fundamental, a pesar de las dificultades presupuestarias, sostener políticas de crecimiento y desarrollo de actividades. Mantuvimos la construcción de presupuestos anuales siempre crecientes y que daban respuesta a la necesidad de las universidades de seguir expandiendo las fronteras de sus acciones y sostener la generación de conocimiento. Se terminan estos cuatro años con un sistema universitario en equilibrio, sin grandes dificultades, con enormes fortalezas, que ha crecido y que, sin dudas, seguirá siendo motor indispensable del desarrollo de nuestro país.
El tema salarial es un punto urgente. Cuando asumió se venía de una paritaria extensa y conflictiva, y este año se cerró la discusión en tiempo récord y con la firma de todos los gremios. ¿Cómo se logró?
Primero creo que todos los actores del sistema aprendimos del difícil conflicto salarial de 2018. El trabajo que nosotros realizamos fue apostar al diálogo y convocar a todos los actores del sistema que están involucrados en la definición de la paritaria. No convocamos sólo a los representantes gremiales, sino también a los rectores, a quienes les pedimos que estuvieran presentes en la mesa de discusión para intentar llegar a un acuerdo. Trabajamos sobre las posibilidades que esta Secretaría y el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología tenían, y también sobre las necesidades y las demandas de los gremios. En base a ese diálogo logramos acercarnos y conseguir una paritaria que se veía muy difícil al inicio del año y que se logró con el consenso de todas las partes. La paritaria fue buena para los trabajadores y también para el sistema y el gobierno nacional.
Desde el inicio de su gestión planteó como objetivos principales dotar de planificación estratégica y coordinación al sistema universitario ¿Cómo evalúa esos aspectos?
Siempre hicimos un diagnóstico que marca las fortalezas que tienen las instituciones en nuestro sistema universitario. Esas fortalezas están dadas en sus tres premisas fundamentales, como la formación académica de los alumnos, la extensión como diálogo de saberes con la comunidad y la investigación y generación de conocimientos.
Pero también podemos marcar que nuestro sistema, con la heterogeneidad que lo caracteriza, no trabaja en conjunto, no coordina en muchas de las áreas de gestión y a veces no tiene una planificación estratégica que le dé una mirada de gestión de mediano y largo plazo.
Desde la Secretaría hemos construido y financiado una batería de acciones y programas que tenían que ver con esta necesidad de mayor coordinación entre universidades y de tener mirada estratégica.
En ese sentido, hemos avanzado en varias líneas y terminamos la gestión con un piso que le permite al sistema plantearse objetivos más ambiciosos y de continuidad con lo que ya se ha realizado. En ese contexto, podemos destacar el Programa Nexos de coordinación con la escuela media, para acompañar a los jóvenes en el difícil trayecto de paso a la universidad, el programa de Reconocimiento de Trayectos Formativos como herramienta para poder certificarle al estudiante el conocimiento ya adquirido y facilitarle el movimiento entre instituciones universitarias, la posibilidad de generar entre las universidades carreras de doble titulación teniendo la sinergia necesaria para potenciar sus capacidades académicas, entre otras acciones. Todo esto marca un piso que servirá de base para avanzar en los próximos años en los desafíos que el sistema tiene.
Hablaba recién del Programa de Reconocimiento de Trayectos Formativos. ¿Considera que es uno de los cambios más importantes que se han hecho en esta gestión?
El Programa de Reconocimiento de Trayectos Formativos, junto con programas como los que recién nombraba u otros como el Consorcio de Educación a Distancia, completan la idea de planificar y coordinar el sistema, en el que las instituciones tienen que cooperar entre sí y entender los desafíos de estas épocas. Sin dudas, son un legado importantísimo de esta gestión, para profundizar a futuro esta mirada del sistema universitario que tiene al estudiante como centro del mismo y que le brinda la oportunidad de formarse con calidad académica, con compromiso social, con posibilidades de investigar, de generar conocimiento y desarrollarse como un profesional idóneo y comprometido.
¿Cuáles son los principales desafíos del sistema universitario argentino hacia el futuro?
El sistema universitario argentino tiene el desafío de interpretar los cambios de época y lo que se plantea a futuro para la educación, el trabajo y la construcción social. La universidad ha sido siempre la institución por excelencia de construcción de pensamiento crítico, mirada estratégica, de debate de ideas, de pluralismo. Los cambios tecnológicos y la velocidad con la que cambian los paradigmas científicos en este tiempo deben encontrar un sistema universitario flexible, ágil, que pueda dotar a nuestros estudiantes de todas las competencias, de todos los saberes y de todas las aptitudes para poder enfrentar ese mundo futuro, para ser emprendedores, líderes de su propio destino. Esta renovación, no sólo de contenidos sino también de formas, es sin dudas el desafío que el sistema tiene por delante.
La gran mayoría de los logros que destaca de su gestión están relacionados con la inclusión, con ampliar las posibilidades para que todos puedan acceder a la universidad. ¿Tiene algo que ver su propia historia como universitario?
Sí, seguramente hay un hilo conductor entre el planteo de tener una universidad inclusiva, que le dé a todos los jóvenes la posibilidad de acceder y graduarse, con mi condición de primer graduado de mi familia, gracias a una universidad pública del conurbano, donde el 60% de sus alumnos son primera generación de universitarios.
Pero también, la lógica de gestión que llevamos adelante promueve que esa inclusión esté ligada a la excelencia académica, a que la universidad brinde las herramientas para que los jóvenes que se forman en sus aulas tengan el conocimiento y las habilidades necesarios para que los egresados puedan enfrentar su vida profesional con el compromiso de construir una sociedad más justa y más igualitaria. En definitiva, que sean libres y puedan forjar su propio futuro.