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Historia y presente de la cultura sexual argentina

La doctora en Historia, Natalia Milanesio, reflexiona sobre transformaciones, debates presentes y cuentas pendientes en su nuevo libro "El destape: La cultura sexual en la Argentina después de la dictadura", recientemente editado por Siglo XXI.

La cultura sexual en Argentina
| Editorial Siglo XXI

Pocos fenómenos socioculturales han sido tan explosivos desde el retorno de la democracia en argentina como el sexual. Desde la sexología hasta la educación sexual, pocas prácticas tan cotidianas como estas habían sido aletargadas en la nueva época que tocaba vivir.

"El destape: La cultura sexual en la Argentina después de la dictadura (Editorial Siglo XXI), nuevo libro de Natalia Milansesio, realiza un recorrido sobre los cambios acontecidos con el regreso a la democracia, "un tema descuidado en los estudios de la transición a la democracia en Argentina". En diálogo con el suplemento educación, la doctora y licenciada en Historia (Universidad Nacional de Rosario) señala que, entre los debates presentes, “la pregunta sobre la relación entre transformaciones políticas, culturales y económicas y la sexualidad es fundamental”.

En esta dirección, si bien hemos sido protagonistas de distintos destapes, todavía tenemos materias no resueltas como es el caso de la sexualidad y su vínculo con la educación. "La educación sexual escolar es hoy una deuda pendiente con muchos estudiantes de diversos sectores socioeconómicos, en diversas zonas del país debido a la falta de financiamiento, la falta de formación y actualización de educadores”, señala la autora.

- Como señalás en tu libro, el término "destape" encierra una diversidad de destapes que se dieron en un tiempo particular de nuestra historia. ¿A qué te referís con ello? ¿Qué es el destape o los destapes?

Comúnmente, los argentinos usamos el término destape para hacer referencia a la sexualización de los medios y la cultura que tuvo lugar con el regreso de la democracia a partir de 1983. El destape ocurrió en la prensa, el cine, la televisión, la publicidad y fue una reacción, en parte, a la censura y el silencio sobre temas sexuales que caracterizaron a los años de la dictadura y a los setenta en general. Además de considerarlo un fenómeno mediático, mi libro propone pensarlo como un cambio más profundo que abarcó otras maneras de dar visibilidad y debatir la sexualidad durante la transición democrática. Estos otros “destapes” fueron el boom de la sexología clínica, las campañas para dar acceso a la planificación familiar y la educación sexual escolar y el activismo de organizaciones feministas, gays y lesbianas en defensa de derechos sexuales.

- Entre los fenómenos que se suelen mencionar con el retorno de la democracia en 1983, ubicamos una serie de elementos culturales como la música, la estética en la ropa y, como lo desarrollás en tu libro, la sexualidad. Pero ¿Qué cambios podemos observar en materia de sexualidad contraponiendo la Argentina previa a 1983 y la Argentina posterior?

Hubo diversos cambios, pero tres son importantes de remarcar. Primero, en contra del pacaterismo y los eufemismos propios de los años setenta, el regreso de la democracia y la nueva libertad de expresión dieron lugar a una nueva “franqueza sexual,” es decir, a hablar de temas antes silenciados, y especialmente en relación con el erotismo heterosexual, como por ejemplo el sexo durante el embarazo o el orgasmo femenino. En segundo lugar, hubo un nuevo énfasis en pensar la sexualidad conectada al placer, separado de la reproducción, y entendido como un aspecto central del bienestar emocional de los sujetos y de su salud integral. Finalmente, en la década del ochenta surgieron y se consolidaron clínicas sexológicas y centros educativos para la especialización de profesionales de la salud en la materia. Como consecuencia, los argentinos de clase media tuvieron más y nuevas posibilidades, sin estigmatización y con menos vergüenza, de buscar ayuda y tratamiento por problemas como la falta de deseo sexual, la eyaculación precoz y los matrimonios no consumados.

- ¿Por qué considerás que la sexualidad es, dentro de lo que usualmente se engloba como temas culturales, uno de los menos abordados por los historiadores para analizar un proceso de transformación, siendo que a su vez es uno de los fenómenos más subjetivos y de mayor cotidianeidad para las personas?

La pregunta sobre la relación entre transformaciones políticas, culturales y económicas y la sexualidad es fundamental. En el contexto actual, por ejemplo, estudios en los Estados Unidos demuestran que la pandemia ha producido cambios evidentes en la sexualidad, por ejemplo, la disminución del deseo sexual y del sexo casual, y el aumento de la compra de juguetes sexuales. Pero a pesar de que esa pregunta sobre cambios es fundamental no siempre es explorada.

Claramente es un tema descuidado en los estudios de la transición a la democracia en Argentina, pero es una premisa central de mi libro, ¿Cómo cambió la sexualidad y sus representaciones con el regreso de la democracia? ¿Cuál es la relación entre sexualidad y libertad social y política? La falta de atención a estas preguntas tiene que ver, en parte, con el hecho que la década del ochenta sólo ahora está siendo abordado por los historiadores y hay una prominencia del estudio de cuestiones políticas en vez de culturales en el período. Además, se explica porque una investigación sobre sexualidad vinculada al erotismo requiere incluir, como lo hace mi libro, el estudio de fuentes de información “inusuales” como comics eróticos, avisos personales, películas porno soft, sólo para mencionar algunas. 

- En el tiempo en el cual comienza el destape sexual en la Argentina, es decir, a comienzos de la década de 1980, tiene lugar otro fenómeno que trastocó transversalmente todas las aristas de la vida pública y privada: el auge de la televisión. ¿Qué impacto tuvo la televisión -y los otros medios de comunicación- en el destape sexual?

Los medios de comunicación fueron un motor fundamental del destape como espacios para hablar, representar, mostrar. En muchas instancias, lo hicieron con consecuencias negativas, como por ejemplo en la objetivación sexual del cuerpo de la mujer para el consumo de audiencias masculinas o del silenciamiento de una discusión franca y respetuosa sobre sexualidades disidentes. Al mismo tiempo, hubo consecuencias positivas. Por ejemplo, la circulación, sin precedentes, de información sexológica científica y de difusión en la prensa, en manuales, en la televisión y en la radio, que contribuyó a educar a las audiencias, a combatir lo que los sexólogos llamaban “el analfabetismo sexual” y a quitar el estigma de muchos temas.

- Cuando hablamos de destape sexual comprendemos, entre tantas facetas, la educación sexual. ¿Qué recepción tuvo en los argentinos del destape la intención de formalizar una educación sexual integral y por qué considerás que aun hoy (casi 40 años después) es una tarea pendiente?

Cuando Raúl Alfonsín prometió que “con la democracia se come, se cura y se educa,” expertos en diversas áreas se entusiasmaron ante la posibilidad de repensar la educación para la democracia. Los expertos en sexualidad comenzaron campañas para incorporar la educación sexual en la escuela entendiéndola como un derecho humano fundamental, esencial para la creación de un ciudadano responsable, sano y feliz. Aunque en los 80s los argentinos eran un poco renuentes a la educación sexual escolar, amplios sectores la apoyaron con entusiasmo, las madres la defendían y valoraban más que los padres.

Sin embargo, ninguna ley nacional fue aprobada en el período, ni en los subsiguientes. A pesar de la ley de 2006, la educación sexual escolar es hoy una deuda pendiente con muchos estudiantes de diversos sectores socioeconómicos en diversas zonas del país debido a la falta de financiamiento, la falta de formación y actualización de educadores, la falta de voluntad de las autoridades políticas y educativas locales y provinciales, y los problemas de diseño curricular, entre otros factores. La violencia y la discriminación en contra de las minorías sexuales, la violencia sexual en contra de las mujeres, y el hecho que el 70 por ciento de los embarazos adolescentes ocurren por falta de protección o por el uso de la fuerza, son claros síntomas de la urgencia real de la educación sexual escolar.