Elisa Carrió se pasó el domingo “durmiendo y rezándole a Dios”. Le rezó por Sergio Maldonado, según aclaró ante la montonera de periodistas que copó el hall del colegio en el que votó casi a las 17. Por vía de una vuelta a su faceta religiosa más extrema, Carrió quiso dejar atrás dos temas relacionados: sus exabruptos sobre el artesano muerto y la lluvia de críticas que recibió por sus declaraciones. Unos cuestionamientos que la habían hecho sentir “abandonada” por “el mundo político”. El otro interesado del día en olvidar lo más rápido posible esa controversia fue Mauricio Macri.
Convertido en un eficaz intérprete de los humores de Carrió, el presidente la invitó a almorzar a su quinta de Los Abrojos, en la localidad bonaerense de Malvinas Argentinas. Ahí, junto a Macri y Gabriela Michetti, la candidata a diputada nacional por la Capital se limitó a tomar un café. En la reunión, que duró más de una hora, casi no se habló de política, según revelaron los voceros de Cambiemos. Ni Macri ni Carrió son muy dados a la charla sobre rosca electoral o los boca de urnas.
Si bien en las PASO también se habían juntado a la hora del almuerzo, la cita de hoy encerró un mensaje extra de apoyo presidencial a Carrió. Tras un mini-fricción por sus afirmaciones brutales sobre Maldonado, el encuentro sirvió para que Lilita y el macrismo (con Macri nunca hubo tensión) hicieran las paces de facto.
Después de ese café en el conurbano, la diputada viajó en el auto de su custodia hasta la casa de su hija en Recoleta. Ahí, a pocas cuadras de la escuela Nº3 Onésimo Leguizamón, ubicada en Santa Fe 1510, se tomó otro café. En la puerta del colegio la esperaba un pelotón de fanáticos, compuesto principalmente por mujeres de más de 60 años.
“¡Ya está viniendo!”, se entusiasmaba Mónica, una vecina veterana, mientras paseaba a su caniche toy abrigado con un sweter de lana. “Mataron a Nisman y ahora a Maldonado, para crear caos”, explicaba un hombre canoso, en una reunión espontánea de lilistas.
Más de 20 policías y agentes de seguridad, muchos de civil, también la esperaban. La entrada al colegio quedó limitada a quienes iban a votar. A las 16.45 finalmente llegó. La acompañaban los lilitos fieles Maximiliano Ferraro y Mariana Zuvic. Votó rápidamente en una mesa de planta baja. Y después habló ante los movileros, separados por una valla. En menos de 2 minutos, mencionó cinco veces a Dios.
"Estamos todos tranquilos, la elección fue tranquila y en paz en todo el país. Uno no puede estar feliz, pero en paz", sostuvo, en alusión a Maldonado. Y después, frente a distintas preguntas, repitió que estuvo “durmiendo y rezándole a Dios”. Y machacó como un mantra que “confío en Dios”.
"Solo quería que aparezca con vida. Rezo por él", dijo la jefa de la Coalición Cívica. Cuando le consultaron si se arrepentía de sus dichos, afirmó: "si ofendí a alguien, sí". Pero enseguida retomó su postura ambigua, según la cual ella sería genuinamente ofendida. “Perdono a todos, de corazón”, aclaró. Y se retiró por una puerta lateral del colegio, entre la arenga de los vecinos - “¡Lilita, Lilita, Lilita!” - y la mirada atenta de los numerosos policías.